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En febrero de 1907, un mes antes de que la catalana María Branyas llegara al mundo en San Francisco, California, una ola de frío dejaba temperaturas de -13 grados en Madrid y Blasco Ibáñez estrenaba en Bilbao su obra El intruso. Tan solo unos días después de su nacimiento, ya en marzo, Finlandia se convertía en el primer país del mundo en el que las mujeres se presentaban a las elecciones y también el primero en Europa con sufragio universal.

En la actualidad, María es la mujer más longeva del mundo, tiene 116 años y también postea en X, antes Twitter. Su único problema por la edad es la sordera y lleva dos décadas en una residencia de Girona, la ciudad en la que ha vivido desde que su padre decidiera regresar a Cataluña en 1915. Hace tan solo tres años, María pasó el coronavirus y ahora, Manel Esteller, el doctor más reputado en epigenética de España y director del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, trata de descubrir uno de sus secretos mejor guardados: el de la longevidad.

Junto a un equipo de 20 investigadores, el doctor Esteller se afana desde febrero de este año en rebuscar en el ADN de la anciana para saber cómo se puede llegar a esa edad y, lo más importante, en buen estado. "Cuando vimos la noticia de que la mujer más longeva del mundo estaba en Cataluña lo tuvimos claro, no podíamos dejar pasar la oportunidad", dice Eloy Santos, investigador en el proyecto. "Una persona que viva 116 años tiene que tener la clave de, al menos, el envejecimiento saludable", apunta este biomédico.

El equipo de Esteller, que lleva años estudiando el envejecimiento, se ha encargado de extraer muestras de todo tipo y de estudiar los hábitos de vida de la catalana para analizar cómo es posible llegar a esa edad tan bien. En este camino, aún en proceso y que no culminará hasta 2024 o 2025, los expertos han descubierto que María "tiene una edad biológica de al menos 10 años menos".

"Si estudiamos la forma en la que epigenética regula sus genes, quizá descubramos qué es lo que podría hacer la población para envejecer con calidad", explica Santos. Porque esta es la máxima del estudio: descubrir cómo envejecer bien. "Queremos ayudar a los demás. Conocer su secreto no nos sirve de nada si no lo podemos aplicar en nosotros mismos", afirma Santos. "Buscamos saber qué genes tiene, cómo se regulan y cómo podemos modificar nosotros nuestras condiciones de vida y nuestros hábitos alimentarios para tener una condición génica como la de ella", agrega.

El experto, que no puede desvelar mucho de los avances del equipo de Esteller, tiene claro que lo más fascinante de la anciana es "esa longevidad tan extrema". "No es nuestro objetivo que se llegue a vivir 116 años, sino llegar a todas las edades con la mejor calidad de vida, que nuestras funciones no se deterioren, que podamos caminar, subir escaleras, pensar y recordar los momentos felices", asevera entusiasta a la vez que deja claro que "María es un ejemplo claro de esto".

Árbol genealógico desde 1700

Entre análisis computacional de secuencias genéticas y estudios de laboratorio, los 20 investigadores han tenido una ayuda extra a la hora de hacer su trabajo: un árbol genealógico con detalles de la familia desde el año 1700. "Gracias a esto podemos saber que María no es la única de su familia que ha superado los 90 años", desgrana Santos.

"A pesar de que es una superviviente de diferentes fenómenos, es una mujer que siempre ha tenido una vida relativamente tranquila y, sobre todo, sana"

Esta disposición genética sumada a los hábitos de María hacen de ella el Santo Grial de la longevidad. "Su vida es muy tranquila y siempre se ha caracterizado por ser así. A pesar de que es una superviviente de diferentes fenómenos, ya que perdió a su padre muy temprano y ha pasado por diversas guerras, es una mujer que siempre ha tenido una vida relativamente tranquila y, sobre todo, sana".

De ahí que su edad biológica diga de ella que es al menos diez años más joven. Algo que también atesora su hija, de 79 años, y a la que han realizado análisis para hacer una comparativa de sus genes con los de su madre. Y si alguien se pregunta si la descendiente tiene buen aspecto, Santos lo aclara. "Viéndola, nadie puede decir que está a punto de cumplir 80 años", concluye entre risas.