Silvia Martínez y Sergio Martínez gestionan el negocio que antes regentaba su padre Joan Martínez, en el centro de la imagen. | Gemma Andreu

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Empezaron vendiendo café desde una pequeña tienda y más de cuatro décadas después, han sabido convertirse en una de las empresas de referencia de Menorca en distribución de productos alimenticios para supermercados, hostelería y restauración. Un negocio familiar gestionado actualmente por la tercera generación que lideran Sergio Martínez como gerente y Silvia Martínez como directora de administración y finanzas. En temporada alta, la empresa que lleva asociado un caramelo en su logotipo pero que distribuye más de tres mil productos distintos, llega a emplear a catorce personas y dispone de una flota de siete vehículos. Seriedad, compromiso y servicio al cliente son sus señas de identidad.

ORÍGENES. A Francisco Nadal le apasionaba el mundo del fútbol y seguramente, le hubiera gustado ser jugador profesional porque se le daba muy bien. Cuando militaba en las filas de la Unión Deportiva Maó en los años cincuenta, contribuyó a que su equipo se proclamase Campeón de Balears y este triunfo histórico para el deporte menorquín, siempre dijo que le ayudó en su labor comercial cuando en aquellos tiempos, se dedicaba a vender café y cafeteras. Había abierto Can Nadal, una pequeña tienda de comestibles situada en la calle des Negres de Maó, con la que intentaba ganarse la vida en aquella difícil época de postguerra.

«El sector de la distribución como lo conocemos hoy en día, todavía no existía porque las necesidades eran otras, pero la inquietud por comercializar más productos de primeras marcas cada día que pasaba, le ayudó a hacer prosperar la tienda», explica Sergio Martínez, actual gerente de la empresa. A principios de los años 70, Margarita, la hija de Francisco Nadal, conocería a Joan Martínez, un joven apuesto con grandes dotes comerciales, que después de cumplir el servicio militar, se incorporaría también a la tienda. Un buen fichaje para el futuro de aquel pequeño gran negocio familiar, ya que tuvo la determinación que hacía falta dar un salto hacia la venta y distribución al por mayor. Una idea que hizo realidad con la constitución en 1984 de la sociedad Nadal y Martínez SL.

PRIMEROS PASOS. Desde un pequeño garaje en la urbanización Son Vilar de Es Castell y un par de furgonetas, Joan Martínez siguió dando forma a su nuevo proyecto con la ayuda de su cuñado Ramon y un portafolio atractivo de distintos productos como toda la gama de dulces y golosinas de la firma catalana General de Confitería, que en aquel entonces tenía marcas tan conocidas como Bang Bang. Sin prisa, pero sin pausa, fue incorporando más y más referencias de alimentación, desde bollería hasta encurtidos, patatas fritas, conservas, todo tipo de chocolates o incluso embutidos, para poder ganar cuota de mercado e ir expandiéndose por toda Menorca. «Llegamos a acuerdos con primeras marcas como Bracafé, Nestlé, Lacasa o Haribo, entre muchos otros», explica Sergio Martínez, que como su hermana Sílvia, colaboraba como podía en el negocio familiar durante el verano y que con el paso de los años, fue transitando por todos los departamentos de la empresa.

«En aquella época, se hacía auto-venta en el sentido que íbamos con todo el género dentro del camión y desde allí mismo, hacíamos la venta directa al cliente final», añade el gerente. «Donde no llegábamos con nuestros vehículos, nos servíamos de mensajeros que utilizábamos para complementar el reparto, ya que en plena temporada alta, queríamos seguir ofreciendo el mejor servicio posible», comenta. En 1992 se trasladaron desde Es Castell a una nave de 700 metros cuadrados en el polígono de Maó, un paso logístico indispensable que les ayudaría a consolidar y ordenar mejor el crecimiento del negocio, convirtiéndose en la sede actual de Nadal y Martínez SL.

Nadal y Martínez
Bracafé, Nestlé, Lacasa o Haribo son algunas de las marcas que empezaron distribuyendo. Ahora también cuentan con precocinados.

NUEVOS PRODUCTOS. En 2004 dieron otro salto cualitativo con la incorporación de productos congelados para su distribución, una propuesta de valor con la que mejorar su penetración en el sector de la hostelería y cafeterías, que vino acompañada de nuevos vehículos refrigerados para su reparto. «Estamos hablando tanto de precocinados como de masas madre, por ejemplo», explica Sergi Martínez. Otros de los hitos destacados en aquel momento fue la adquisición del 70 por ciento de una distribuidora que operaba hasta la fecha en Balears, una transacción que les hizo ganar también volumen y con la que pasaron de seis a doce empleados. En esa época también coincidió con la incorporación de Sílvia Martínez en el departamento contable de la empresa que con el tiempo acabó encabezando.

«También pudimos, entre otros, dar entrada a la marca Dulcesol, un referente en alimentación muy atractivo», comenta el actual gerente. Junto con su padre, acudían habitualmente al Salón Alimentaria de Barcelona, donde aprovechaban para descubrir nuevas marcas y cerrar alguna operación, cosa que ahora ya no se produce tan a menudo porque las relaciones con los fabricantes han cambiado y les vienen a visitar directamente. En 2015 se produjo el relevo generacional en la empresa tras la jubilación de Joan Martínez, que de hecho, no abandonó el negocio familiar del todo al pasar a ser consejero.

PANDEMIA. Uno de los momentos más difíciles que recuerdan en Nadal y Martínez como empresa a lo largo de estas cuatro décadas fue durante la pandemia, cuya incertidumbre puso en jaque a toda la organización al frenarse por completo la actividad. «Las primeras semanas nuestra preocupación fue el futuro del equipo humano, ya que no podíamos mantenerlo. Mi compromiso con ellos fue volver a incorporarlos una vez todo hubiera pasado, una promesa que por suerte, pudimos cumplir», explica Sergio Martínez.

La pandemia fue un verdadero aprendizaje porque también les sirvió para fidelizar a muchos de sus clientes, que apreciaron la respuesta de Nadal y Martínez ante las adversidades. «Me tocó volver a hacer de repartidor, como en mis inicios, un hecho que me permitió conocer más en profundidad a los clientes y estrechar lazos más fuertes», añade el gerente. Poco a poco, la actividad se fue restableciendo y finalmente pudieron regresar a la normalidad de siempre, alcanzando los volúmenes de negocio de prepandemia. «Otro de los efectos del covid es que nos hizo diversificar todavía más nuestro porfolio de productos, ya que los fabricantes abrieron la mano para que pudiéramos comercializar toda una serie de categorías de alimentación que hasta el momento no teníamos», concluye.