El viernes pasado medio mundo esperaba con angustia el discurso-mítin-sermón que debía ofrecer el jeque libanés Hasan Nasrallah, líder guerrillero y religioso del grupo terrorista Hezbolá y amigo privilegiado del régimen iraní. Al margen de su contenido, bastante más moderado de lo esperado, lo que me sorprendió a mí fue comprobar que en plazas y parques libaneses donde se habían colocado pantallas gigantes para seguir su intervención, eran miles las mujeres que lanzaban proclamas a favor del líder, mostraban con fervor fotografías suyas y manifestaban sin ambages la más pura adoración. Es algo que se repite a menudo en Irán, país que financia el terrorismo de estos grupos armados y también de los que operan en Palestina.
El rayo verde
Feministas
08/11/23 4:01
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