Escuchemos el diálogo entre Dios y Moisés (Dt 18, 15-20): «Te suscitaré un profeta entre los tuyos, de entre tus hermanos, a él escuchareis». Moisés, asustado por las terribles experiencias de las apariciones divinas, contesta: «No quiero ver más ese terrible incendio, no quiero morir». Y Dios le contesta: «Tienes razón; suscitaré un profeta entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca y les dirá lo que le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas». Es el anuncio profético, que se ha cumplido, de la venida de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, hecho hombre como cada uno de nosotros, asequible a todos como uno más, que no se impone por su magnificencia y su poder, que actúa con naturalidad, pero que al mismo tiempo es Dios. El Maestro supremo que viene a revelarnos la verdad en su plenitud. Por esto al momento de su venida se le ha reconocido como la llegada de «la plenitud de los tiempos». Nos lo ha dicho todo. Así como, en otras épocas, nos habló Dios por y a través de los profetas, hoy nos ha hablado por su Hijo. Lo dijo Dios en el Tabor: «Este es mi hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadle».
Raons d'esperança
Fe en el maestro
Menorca29/01/24 4:00
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