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Abril de 2024 habrá tenido, a efectos políticos, una semana de cinco días, los que dedicó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a «reflexionar» sobre si «valía la pena» seguir ocupando el cargo o era mejor dimitir.

La reflexión presidencial, entre el miércoles 24 y el lunes 29, condicionó –de algún modo– la toma de decisiones, suspendió –también de algún modo– el tiempo y, resuelto el dilema, que una parte de la clase política calificó de «farsa» o de simple estrategia, abrió una etapa nueva. Sánchez llamó a la movilización y esbozó unas reformas, que todavía están por definir, que incidirían especialmente en el papel del mundo judicial y el de los medios de comunicación. Además, apuntó a la necesidad de cambiar el modo de plantear la actividad partidista y rebajar la «crispación». Todo ello, con la mirada puesta en las elecciones europeas del junio.

Ilustración: Zaca

Las consecuencias de esa «reflexión» se han visto esta semana que, en Balears (además de por la manifestación del Primero de Mayo), ha estado marcada por tres cuestiones: la aprobación del plan de trabajo de la comisión parlamentaria sobre la compra de mascarillas; la relación que hizo la presidenta balear, Marga Prohens, de unas «amenazas de muerte» que recibió el verano pasado con «el entorno del PSIB» y los prolegónemos, con un episodio que afecta a la Casa Real, de la Diada per la Llengua que se celebra este domingo en Mallorca; la primera desde las elecciones de marzo de 2023 que dieron al PP la presidencia de las principales instituciones de las Islas gracias al apoyo de Vox.

Las reacciones a la decisión de Sánchez han sido las que cabía esperar, tanto desde el PP como desde el PSIB y también desde Més, en sus dos versiones, la de Mallorca y la de Menorca. La respuesta del PP ha sido presentar al Partido Socialista como incapacitado para    «dar lecciones» y al presidente Sánchez como alguien    que «ha engañado a todo el mundo» y que poco menos que ha inaugurado una etapa dictatorial en la que busca el control de jueces y medios de comunicación. El PSIB asume como propia la reflexión presidencial y la ejecutiva que el 2 de mayo, festivo en Madrid, dirigió Francina Armengol en la sede del partido en Palma, insistió en sus llamadas a la movilización. El PSIB respira aliviado. La presidenta actual del Congreso no ha descartado, ni de lejos, volver a ser candidata, aunque tampoco ha comunicado que esa sea su decisión. El debate no se ha abierto.

El PSIB tiene asumido el «veredicto» de la comisión parlamentaria balear del ‘caso Koldo’:  Armengol, culpable. Y también que eso quedará compensado con las conclusiones, en sentido opuesto, a las que llegará la del Congreso. La expresidenta balear no se ha ido. No hay martes de pleno en el Parlament en que Prohens o algún cargo de su Govern no citen su nombre. Su trayectoria ha quedado ligada a Sánchez. Y Sánchez es imprevisible y lo ha demostrado en estos cinco días de abril.