Soldados belgas patrullando por las calles de Bruselas, este miércoles | Efe

TW
0

La vida sigue en Bélgica, aunque nada será como antes de los atentados de Bruselas que han dejado 32 muertos. «Es un shock enorme, ya que se trata del primer gran ataque contra Bélgica y la gente está muy afectada», explica un día después de la tragedia el periodista Jorge Valero, muy vinculado familiarmente con Menorca.

«Es un gran golpe porque la gente ha interiorizado un miedo permanente de que cualquiera pueda ser atacado simplemente cogiendo el metro», asegura Valero. El miedo está instalado en las calles no solo de Bruselas sino también en el resto de ciudades belgas.

Georgina Medina es una ingeniera menorquina que hace cuatro años que vive en Bélgica. Desde hace unos meses reside en Liège, a 80 kilómetros de Bruselas. «La sensación es como si estuviéramos en guerra, aunque es un tipo de guerra diferente», asegura.

Relatan que hay policías y militares por todos los lados. En las calles, en los edificios oficiales, en el metro, en los centros comerciales, en el cine,... «La gente quiere hacer vida normal, pero vas a un centro comercial y te encuentras militares», explica Medina.

No es una situación normal, reconocen. Jorge Valero por ejemplo hace dos días que va a trabajar a pie. No coge el metro. Vive cerca del barrio de Molenbeek, cuna de los islamistas. Es consciente de que «no se puede vivir así permanentemente, no es sostenible» y sabe que esto pasará y algún día regresará la normalidad, aunque «siempre quedarán algunas medidas de precaución», admite.

Noticias relacionadas

Pero mientras tanto, «ves a la gente con miedo en los ojos», reseña Valero. «La gente está muy perdida», tercia Medina, aunque «lo que podrías esperar es que hubiera mucha rabia, y en cambio lo que yo percibo no es tanto rabia, sino tristeza y frustración, ya que la gente quiere ayudar y no sabe cómo lo puede hacer».

Y en lo que los dos coinciden es que existe mucha preocupación. «El ataque ha sido en Semana Santa, cuando muchos tienen que coger un avión» y uno siempre puede pensar «y si me toca a mí», asegura Valero.

Y es que las palabras de que «podríamos haber sido cualquiera de nosotros» están muy instaladas en Bruselas. Valero es usuario diario (y más o menos a la misma hora) de la línea de metro atacada el pasado martes. «Ese día también tenía que cogerlo», pero precisamente se enredó siguiendo la transmisión del atentado del aeropuerto. «Podría haber cogido ese metro, o uno de antes o uno después», relata.

Georgina Medina pese a vivir lejos de Bruselas también pronuncia una de las frases que está en boca de todos en Bélgica: «Nos hubiera podido pasar a nosotros o a cualquiera de nuestros amigos o familiares que cada día cogen el metro», cuenta esta menorquina que vive con su pareja belga en Liège. Y es que Medina sabe bien por qué lo dice. Solo cinco horas antes de los atentados del aeropuerto, la menorquina estaba en la terminal. Llegó a las tres de la mañana procedente de Barcelona, debido a que el vuelo se retrasó por la huelga de controladores franceses. «Había el riesgo de que el vuelo se cancelara, si se hubiera anulado, hubiéramos venido por la mañana e igual nos podría haber tocado a nosotros», relata Medina.

Con el miedo, la preocupación y la incertidumbre, Bruselas intenta superar el golpe, para «ver que sale de todo esto y cuál es la respuesta política», explica el periodista Jorge Valero, que admite dificultades para luchar contra el yihadismo en Bélgica debido a que «es un Estado disfuncional, con muchas capas administrativas y y que cuenta con hasta seis cuerpos policiales», a la vez que reconoce que «no hay ningún lugar en el mundo que sea 100 por cien seguro».