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La semana pasada en Siria, el líder mundial del ISIS Al Qurashi se auto inmoló junto a varios familiares y niños tras un asalto de las fuerzas de combate de los EEUU (Cascos Blancos). Biden no ha dudado ni un momento en calificar el suicidio de Al Qurashi como de acto de cobardía, pero habría que ver qué hubiera hecho Biden en las mismas circunstancias.

De todos es sabido que, para los terroristas islámicos, morir luchando contra los infieles conlleva acabar al lado de Allah en el paraíso con cien vírgenes, pero, aparte de este sentimiento de interpretación errónea del Corán, este líder no ha podido vencer el miedo a acabar como Gadaffi, linchado y ajusticiado o, en el peor de los casos , llevado a cumplir condena de por vida en la cárcel de Guantánamo. Es lo mismo que Hitler, que prefirió suicidarse junto a Eva Braun que acabar como Mussolini, colgado de lo alto de una viga en una gasolinera.

Todo sucedió en la aldea de Atme, en la provincia Siria de Idlib. Entre los cadáveres de unas 13 personas se encontraba el de una mujer extranjera, aún en espera de ser reconocida su identidad tras la autopsia, aunque yo intuyo es la Viuda Blanca, Samantha Louise Lewthwaite. Británica con hijos que se alistó como terrorista islámica en Daesh tras la muerte de su marido, con el que tuvo varios hijos. La llaman la reina de Al Qaeda y es la más buscada del planeta si no se confirma su fallecimiento.

La operación de las tropas norteamericanas, tras media hora de conversaciones, tuvieron un enfrentamiento y lanzamiento de cohetes durante más de una hora, y en represalia por causa del motín en la cárcel de Geweran días atrás. Para los analistas Al Qaeda se creó tras el 11-S y con la muerte de Bin Laden, éste se desmembró en diferentes facciones terroristas por todo el mundo. El gobierno de Obama vio la oportunidad de utilizar a estas facciones, como Daesh, Al Nushra, Boko Harán, etc... en provecho propio. Así, con estos mercenarios, se intentó derrocar al presidente de Siria, cosa que no ha logrado pues gracias al apoyo de Putin, no se ha conseguido extirpar al eterno enemigo de Israel. Esa guerra ha convertido Siria en un campo de pruebas de las nuevas armas de uno y otro bando, sembrando de muerte y terror todo el territorio de Siria. El martirio, las torturas, los degollamientos y ejecuciones, han sido la tónica general en este otrora bello país.

EEUU inventó lo de las primaveras árabes para derrocar gobiernos como el de Túnez, Libia, Siria, Egipto ... si se fijan utilizan palabras como primavera o primaveras de colores y, una vez conseguidos sus propósitos, EEUU y Gran Bretaña ponen en láser verde la consigna: Game Over. Dense cuenta de que, con el Covid, los atentados de corte islámico en Europa han disminuido, pues ahora los servicios de Inteligencia secretos están ocupados en otros menesteres más oscuros. No crean lo que cuentan los medios y pregúntense el por qué suceden las cosas. Nada es casual ni está improvisado. Obama, premio Nobel de la paz por el simple hecho de ser negro, nos ha mentido a todos, es un auténtico vendedor de humo y espejos, como suele decir mi amigo el escritor, analista y exagente del KGB, Daniel Estulin. Entre Obama y la señora Hillary Clinton, se encargaron de poner punto y final a Gadaffi, pero no por ser un terrorista criminal, sino porque tuvo la brillante mala idea de crear un banco transafricano donde ingresar todo el dinero negro que los países de África sacan del narcotráfico, la venta de armas y los minerales como el coltan o los diamantes y el oro. Un dinero que dejaría de ir a manos de países del primer mundo como EEUU, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Holanda o Italia.

Tipos como el presidente Sarkozy, que estuvo financiada su candidatura en las presidenciales por Gadaffi, no contestó a las llamadas de auxilio del líder libio, abandonándolo a su suerte. Ahora Libia, como tantas naciones del tercer mundo, está desgarrada por el resurgir de distintos grupos terroristas de corte islámico y se ha convertido en lo que suele llamarse un país fallido. Nada como destruir por dentro a una nación, dividiéndola, para que deje de ser enemiga de Israel.

Pero ¿a qué viene toda esta pequeña introducción? Pues a que logren entender a terroristas como Al Qurashi. Es un elemento que debemos entender pero no apoyar ni sentir simpatía hacia él y sus motivos criminales, pero Al Qurashi es un producto genuino de los que EEUU crea tras haber destruido naciones, individuos, tradiciones milenarias y, bajo todo ese dolor, creen poder imponer la democracia moderna.

Pero... ¿quién era realmente Al Qurashi? Éste no fue más que un producto híbrido entre lo que significa la propaganda y la guerra, que viene a ser, freudianamente hoy en día, una misma cosa. Las masas suelen ser silenciosas, obedientes y cobardes, con la urgente necesidad de tener un líder que las guíe y adoctrine lo que llamamos erróneamente «prensa libre» no es más que la manipulación de la masa sucia en favor de los poderes fácticos. Los reporteros son simples asalariados de las grandes empresas que cotizan en Bolsa. Y la guerra es el producto final de esa manipulación. Al Qurashi es el ejemplo máximo de líder terrorista religioso capaz de movilizar a miles de musulmanes que viven en esa especie de esquizofrenia entre la religión del pasado y la libertad sexual y de costumbres de occidente. El fue al mismo tiempo, víctima y verdugo.

Al Qurashi nació el 5 de octubre de 1976 en Tal Afar,o Mosul(Irak). Fue educado en la ley de Sharia en la universidad de Mosul. Tras graduarse sirvió como oficial del ejército en Irak.. En 2003 se unió a Al Qaeda y fue consejero religioso de la Sharia. Fue detenido en varias ocasiones por el ejército norteamericano y fue en la prisión de Camp Bucca, en el sur de Irak, donde conoció al líder supremo del ISIS, Al Baghdadi. Allí fue donde entró en contacto con miembros de la CIA y, para salvar el pellejo, se hizo informante para EEUU en Irak. Gracias a los servicios prestados, fue liberado, cosa que él aprovechó para volver a entrar a formar parte del ISIS .

Tras la muerte de su amigo Al Baghadadi fue elegido emir por el consejo de la Sharia y de esta manera se convirtió en Califa del Estado Islámico. Desde ese privilegiado cargo, creó células durmientes y un sin fin de discípulos en la provincia de Levante, Home, Raqqa, Asia Central, África, con seguidores en Mali, Burkina Faso, Libia, etc... así como por gran parte del mundo musulmán.

Al Qurashi, con su presunta autoinmolación, no es el fin del ISIS, y es por ello esperable se vuelvan a cometer terribles atentados de corte islámico bajo la supervisión de un nuevo líder. Todo dependerá de la necesidad que tenga EEUU de crear inestabilidad política en Oriente Medio y las naciones occidentales. Dividiendo y sembrando el terror es como se consigue la inestabilidad de. gobiernos hasta terminar convirtiéndolos en tierras yermas y carentes de peligro para los fines económicos de los poderosos del mundo. Al Qurashi? Un títere menos en este globo terráqueo sediento de poder y donde el ser humano es ya solo un esclavo. Inch Allah!