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La guerra no es un juego. Varios voluntarios españoles que se dirigían al frente para plantar cara a la invasión rusa han optado por dejar las armas antes de entrar en combate. «Eso no era lo nuestro», aseguraba uno de ellos a una reportera de La Sexta. Otro, que se encontraba en unas instalaciones militares bombardeadas por Rusia, ha decidido regresar a España y explica su breve experiencia a Antena 3.

El primero de ellos, un joven madrileño que pretendía unirse al Batallón de Azov, una unidad militar de extrema derecha que tiene sede en la ciudad de Mariúpol, ha decido centrarse en las tareas humanitarias después de conocer la situación en el frente mediante algunos amigos que ya se habrían unido a la milicia ucraniana. «Teníamos pensando entrar al Batallón (de Azov) pero una vez dentro, tenemos compañeros allí y se están despidiendo de las familias antes de entrar a combatir, decidimos que eso no era lo nuestro. Coger las armas y demás no era lo nuestro. Lo nuestro es la salvación de gente y es lo que estamos haciendo ahora mismo, ayudar a los refugiados», explica el joven.

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El segundo entrevistado se encontraba en unas instalaciones militares situadas a tan solo 20 kilómetros de la fronteras con Polonia que fueron bombardeadas por Rusia. Los misiles rusos dejaron 35 muertos e hirieron a otras 134 personas y según el propio Ministerio de Defensa de Rusia tenían como objetivo destruir una gran cantidad de armas suministradas por países extranjeros y eliminar a «hasta 180 mercenarios extranjeros» que se encontraban allí. «Estas durmiendo, escuchas un sonido agudo y seguidamente una gran explosión», relata este segundo joven que asegura que esos mísiles eran un aviso para todos los soldados extranjeros que pretendían alistarse al ejercito ucraniano. «Creo que había personas de cada rincón del mundo allí», concluye.

Tras decidir abandonar las armas el voluntario español salió hacia Polonia, donde le entrevistan, para unirse a una caravana de refugiados dirección España.