Un perro aguarda junto a su amo, muerto durante la ocupación rusa de Bucha. | Twitter: @javierbauluz

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La versión de Ucrania y Rusia sobre lo sucedido en Bucha es enormemente distante. Las expresiones y las palabras de quienes han ido en persona a este enclave en la provincia de Kiev y han regresado para contarlo al mundo no engañan: una masacre terrible se ha desencadenado contra las personas que habitaban en esta localidad, y a partir de sus testimonios cabe hacerse una idea más o menos fidedigna de qué sucedió a partir del momento que los tanques rusos se hicieran con el poder, aproximadamente el pasado 8 de marzo.

El fotoperiodista español Javier Bauluz, premio Pulitzer en 1995 por su tarea periodística en Ruanda, conoce bien el cometido y los riesgos que asumen quienes se están jugando el pellejo sobre el terreno. Entre las muchas escenas dramáticas que nos asaltan estos días, él se ha fijado en los ciclistas abatidos en Bucha, y en los perros.

Este martes Bauluz ha recordado a través de las redes sociales que «hoy hace 30 años empezó la matanza» en Sarajevo, en el contexto de la guerra de Yugoslavia que desangró los Balcanes. «Los que hoy justifican a Putin son los mismos que alababan a Milosevic». «Quienes vivimos e informamos desde allí no olvidamos. Víctimas y verdugos nunca son iguales».

De Santi Palacios, fotoperiodista español trabajando en Ucrania durante la invasión rusa, hemos visto varias imágenes icónicas en las últimas semanas, quizás sin saberlo. Las últimas son captadas en Bucha y reflejan el horror de la guerra, como los cuerpos maniatados a la espalda y con el tiro de gracia cerca de unos palets de madera amontonados sin concierto, o la que plasma a una mujer mayor pasando junto a varios cuerpos. En sus crónicas para la revista 5w aparecen cuerpos anónimos olvidados en mitad de las calles de Bucha, o en la parte trasera de las casas.

Otro veterano de los conflictos bélicos como Mikel Ayestarán ha reportado la incomunicación a la que los soldados rusos han sometido a la población civil de Bucha durante las semanas que ha durado su dominio de este enclave ucraniano. De este modo es habitual encontrar numerosos teléfonos rotos en las puertas de las casas. «Los supervivientes han estado incomunicados durante la ocupación rusa», ha afirmado el reportero español en Twitter.

Además, Ayestarán ha realizado un recorrido por la llamada «avenida de los cuerpos», la calle Yablunska donde han aparecido decenas de cadáveres, que ha sido emitido estos días por el informativo de la cadena pública vasca, EITB Noticias. Hablando con los vecinos trata de poner nombre a los muertos. Uno de ellos era «Oleg, de 33 años y cocinero. Le pegaron 5 tiros cuando salió a por leña. Gritó que era civil. No sirvió, como nos cuenta Yaroslav», otro testigo directo de la cruenta represión a la población civil contactado por Ayestarán en Bucha.

«La tarde del 19 de marzo, Oleg salió a por leña para hacer un fuego y calentar el sótano. Nunca volvió. Se escucharon 5 disparos. Su cuerpo apareció a 30 pasos del portal, en el 318 de la calle Yablunska», que será infelizmente conocida para siempre, lo mismo que la propia Bucha. Para el reportero Alberto Sicilia, presente en otros desastres como las masacres urbanas en Mosul (Irak) o los bombardeos en Siria, «resulta complicado encontrar las palabras que reflejen el nivel de destrucción» que ha hallado tras penetrar en la localidad de Bucha.

Sicilia pone en contexto al lector incidiendo en que Bucha era antes de la invasión de Putin una tranquila localidad dormitorio a las puertas del área metropolitana de Kiev, la capital de Ucrania. «Hoy, la carretera que lleva a Bucha parece un escenario del apocalipsis. Tanques reventados y coches tiroteados a los que hay que ir esquivando para entrar en la ciudad» es solo un anticipo del horror que aguarda adentro.

«En cuanto nos bajamos del coche, se nos acerca una mujer con la mirada perdida. Parece un fantasma. Nos pregunta qué sucede. Dice que lleva 5 semanas sin comprender qué está ocurriendo a su alrededor». Ella le narra que «unos vecinos encendieron una vela en su casa y los rusos los mataron al instante. Pensaron que eran soldados ucranianos (...) Yo hablo ruso. He hablado ruso toda mi vida. ¿Cómo puede ser que los rusos nos hayan hecho esto?».

El reportero español en la guerra de Ucrania pone el foco en su conductor, de quien dice que no para de grabar vídeos con su teléfono móvil: «En ese campo de fútbol jugamos con mi equipo. En aquel centro comercial mi mujer compró los muebles para nuestra casa» cuenta, aun incrédulo. El reportero hace aun otra reflexión interesante. Los extranjeros «no podemos apreciar lo que significa ver destruida una ciudad que una vez conociste viva. ¿Cómo sería para mí si no fuera Bucha sino Santander?». Al menos la esposa e hija de su conductor están bien, resguardadas de los horrores de la guerra y refugiadas en Finlandia.