Emmanuel Macron. | BENOIT TESSIER

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Emmanuel Macron y Marine Le Pen han lanzado ya la campaña para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas del 24 de abril, con una estrategia coincidente de intentar atraer a los votantes de los candidatos eliminados. Macron se desplaza este lunes a varias ciudades del norte del país y mañana lo hace por el este, dos zonas que han sufrido un declive industrial en las últimas dos décadas y donde Le Pen fue la más votada, en un intento evidente por estar a pie de calle con los ciudadanos, ya que se le reprocha lejanía con la población.

En Denain, una ciudad que tradicionalmente había votado socialista pero donde en esta ocasión ganó Le Pen, Macron departió con personas que le preguntaron sobre todo por sus problemas por el aumento de los precios y le mostraron sus dudas sobre su discutida propuesta de subir la edad de jubilación de 62 a 65 años. «Quiero convencer a todos los franceses», declaró Macron quien recalcó que el actual modelo de pensiones no es sostenible pero habrá excepciones en el retraso de la edad de jubilación para «los trabajos penosos físicamente». También lamentó que la poca campaña que ha hecho, debido a la guerra en Ucrania, hace que se desconozca casi todo su programa social. El presidente saliente también es entrevistado esta tarde en televisión, en una clara aceleración de su campaña, que fue muy criticada en la primera vuelta por tener muy pocos actos. Mientras tanto, la ultraderechista Le Pen ha reunido por la mañana a su comité de campaña para preparar su estrategia para la segunda vuelta y ha programado para la tarde una visita a una explotación agrícola que no estaba prevista. Mañana ofrecerá una conferencia de prensa sobre «la democracia y el ejercicio del poder», además de varias entrevistas a la prensa. En la reunión con su comité de campaña, Le Pen se mostró lista para «luchar contra todo y contra todos», y después improvisó un viaje a una zona rural del departamento de Yonne (este), donde se entrevistó con agricultores para discutir sobre su tema favorito: el aumento de los precios de la energía, los abonos y los alimentos, de lo que culpó a Macron. El recuento de votos concluido hoy muestra que Macron logró el domingo un 27,84 % de los votos, frente a un 23,15 % de Le Pen. Ambos mejoraron sus registros de la primera vuelta de 2017, e incluso el presidente logró un margen ligeramente mayor.

SONDEOS MUY AJUSTADOS

Los sondeos de intención de voto divulgados hasta ahora coinciden en una victoria de Macron el día 24, pero por un margen mucho más estrecho que el contundente 66,1-33,9 % de 2017. Ahora, la reelección del presidente sería por una diferencia de entre 2 y 8 puntos porcentuales, según cuatro institutos demoscópicos. «Hay que salir a buscar la victoria, nada está decidido», reconoció el portavoz del Gobierno, Gabriel Attal, en unas declaraciones radiofónicas este lunes. Tras conocer los resultados, los candidatos del arco político que va desde la derecha moderada hasta el comunismo hicieron llamamientos a votar a Macron, o al menos para no votar por Le Pen. Se trata de una nueva edición del llamado «frente republicano», como se llama en Francia al cordón sanitario para evitar que la ultraderecha llegue al poder en cualquier nivel de gobierno. La politóloga Christèle Lagier, experta en elecciones y extrema derecha de la Universidad de Aviñón, cree «muy probable» que en la segunda vuelta aumente la abstención, sobre todo entre los electores «decepcionados» de la izquierda. El hundimiento de las dos grandes formaciones tradicionales de centroderecha (Los Republicanos) y centroizquierda (Partido Socialista) hace que los dos aspirantes al Elíseo tengan que buscar votos entre electores más radicalizados o en la abstención, que fue la segunda más alta en una primera vuelta. Lagier considera, en declaraciones a EFE, «bastante complicado» que Le Pen pueda movilizar un número importante de nuevos votos, algo que solo podría hacer -y lo intuye «muy improbable»- entre los abstencionistas y en la parte «más volátil» del electorado del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que quedó en tercer lugar. Los resultados del domingo muestran que Le Pen fue la más votada en 20.484 poblaciones, por las 11.788 de Macron, mientras que Mélenchon logró 2.970.

Esto confirma la posición dominante de Le Pen entre las clases populares de pequeñas poblaciones, que se sienten desatendidas por el Gobierno y alejadas de los beneficios de la globalización. En cambio, las ciudades medianas y grandes han estado dominadas claramente por Macron y Mélenchon. Según Lagier, los votantes de Le Pen ven con «relativa distancia» los vínculos de su candidata con el presidente ruso, Vladímir Putin, y el préstamo que su partido recibió hace algunos años de bancos rusos, por lo que no le parece que este asunto será un factor para la segunda vuelta. La primera vuelta ha puesto en evidencia, además, la progresión del electorado de extrema derecha, que suma ya casi un tercio (un 32 %) en tres candidaturas, con un claro dominio en la regiones del norte, centro, este y sureste del país. Para Lagier, la extrema derecha tiene un techo, pero su nivel depende de que las demás fuerzas políticas ofrezcan «alternativas creíbles» y no retomen en los términos de los ultras cuestiones como la inmigración y la seguridad.