Histórica imagen de la bandera soviética ondeando en lo alto del Reichstag, en Berlín. | Twitter: @Francis49146726

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Este lunes, 9 de mayo, se cumplen 77 años de la firma de la Capitulación de la Alemania nazi, un hecho que sucedió en el tiempo a la irrupción del ejército rojo en Berlín. La culminación de un largo camino de muerte y destrucción a gran escala, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, llegaba al precipitarse la caída del Tercer Reich, el régimen que inundó el mundo de terror y que Adolf Hitler vaticinó erróneamente que duraría mil años.

El ejército rojo fue el primero de los aliados que entró en las calles de la capital nazi en busca de su caudillo, con el objetivo de descabezar el fascismo más virulento y peligroso. Hoy muchos recordarán la contribución de los soldados rusos en la derrota de la Alemania de Hitler, y otros tantos insistirán en que Occidente no ha hecho lo suficiente para reconocer el enorme sacrificio en sangre y vidas del ejército soviético, en la que ha sido hasta el momento la gran contienda de nuestra era.

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Los datos no dejan mucho lugar a la duda. La URSS fue la perdición de Hitler, obcecado con avanzar en su frente oriental como un día hicieron las tropas de Napoleón Bonaparte. De tal modo el führer concentró muchos esfuerzos en el Este, y eso se tradujo en un enorme suplicio para los territorios soviéticos y sus habitantes. Nadie perdió tanto en los años más crudos de la Gran Guerra. Según algunos compendios, más de 22 millones de personas murieron en la URSS, a los que hay que añadir hasta nueve millones de soldados rojos. Ni los nazis encajaron cifras tan severas en la guerra total que ellos mismos provocaron.

Esa supuesta falta de empatía frente al sufrimiento ruso y del resto de territorios y naciones que componían la URSS que luchó y derrotó al nazismo pesa y mucho en las conciencias colectivas presentes. Muchos en Moscú creen que Estados Unidos y Europa nunca han estado a la altura de tal entrega, y de algún modo constituye un caldo de cultivo para explicar los acontecimientos presentes en Ucrania.

No hay que olvidar que Vladímir Putin enmascara su ofensiva en el país vecino con supuestas motivaciones ideológicas, y siempre que puede afirma que el fantasma nazi sigue vivo allí, a pocos cientos de kilómetros de su capital. Este lunes muchos permanecerán atentos a los actos prorrusos y prosoviéticos que se organizarán en distintos puntos del globo, entre ellos en Berlín. El lugar al cual irrumpieron los soldados rusos ahora hace 77 años, para asestar la puntilla al terror racista, supremacista y enloquecido de Hitler.