El ejército uzbeco ha tomado las calles en la región autónoma para garantizar la seguridad. | Reuters

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La reciente crisis gubernamental que vive Uzbekistán y la muerte de veinte personas en la represión de las protestas que se han sucedido en las últimas fechas en el país asiático supone un buen paradigma del momento actual por el que transitan las relaciones internacionales en su conjunto. Especialmente manifiesta es la divergente visión de las cosas que se tiene en Europa y en Rusia, y se aprecia con claridad en este momento marcado por el actual contexto de guerra en Ucrania.

Ante la información de que una veintena de personas han muerto en Uzbekistán y más de 300 han resultado heridas, la Unión Europea (UE) ha pedido este lunes una investigación independiente sobre los violentos altercados sucedidos los últimos días en la ciudad de Nukus, capital de la región de Karakalpakistán, y que tienen su origen en la intención del gobierno central de acabar con la autonomía política de la zona. «Lamentamos profundamente las pérdidas humanas y continuamos siguiendo los episodios de cerca», ha señalado en un comunicado la diplomacia comunitaria que dirige el Alto Representante, Josep Borrell, en el que llama a la calma tras los incidentes.

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Sobre la cuestión de fondo, la UE ha destacado los pasos del presidente, Shavkat Mirziyoyev, para calmar los ánimos y responder a las preocupaciones sobre los cambios constitucionales. «Pedimos a todas las partes que muestren moderación en sus acciones, con miras a evitar cualquier escalada o más violencia», ha señalado. La diplomacia europea insta igualmente a las autoridades uzbekas a garantizar los Derechos Humanos, «incluidos los derechos fundamentales a la libertad de expresión y la libertad de reunión, de conformidad con los compromisos internacionales de Uzbekistán». En todo caso, la UE muestra su respaldo al proceso de reformas en el país de Asia central y defiende el proceso de consultas con la ciudadanía y los principales actores.

Por su parte, el Kremlin ha ignorado las motivaciones políticas que se puedan esconder tras las protestas al norte del país, y ha dejado claro este lunes que los disturbios mortales que han estallado en la región de Karakalpakistán de Uzbekistán son un «asunto interno». En declaraciones a los periodistas, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha asegurado que Rusia considera a Uzbekistán un «país amigo» y no tiene dudas de que su liderazgo trabajará para resolver el problema. En este sentido, prosigue con este ejemplo concreto la dicotomía entre Moscú y Occidente en cuanto a las decisiones en materia de seguridad internacional y cooperación exterior, pocos días después de que las conclusiones de la cumbre de la OTAN en Madrid produjeran críticas razonadas, tanto desde el Kremlin como por parte de China.