Edgar Abadía es el propietario de este Mini 850 de 1972 que compró en Madrid hace diecisiete años

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Edgar Abadía es el propietario de este precioso Mini 850 de 1972 que, junto a su padre Armand, compró en 2001. Nos cuenta que hace tiempo que estaban detrás de un coche de estas características y a través de internet lo encontraron en Madrid. Nos comenta que este tipo de coches no era muy habitual en Palma por aquellos años y los que había estaban tuneados y ellos lo querían clásico, de ahí que buscaron fuera de la Isla. Una vez localizado se desplazaron hasta la capital de España para intentar cerrar el trato. El coche pertenecía a una señora que lo utilizaba los fines de semana para subir a la sierra, donde tenía una segunda residencia. El resto de la semana el coche hacía pocos kilómetros. La propietaria tenía un hijo, pero no estaba interesado en el coche y por eso lo pusieron a la venta.

BUEN VIAJE
Nos cuenta Edgar que la cosa fue mucho mejor de lo que él y su padre esperaban y consiguieron cerrar el trato a un buen precio. Una vez realizada la compra cogieron el coche y carretera hasta Valencia para allí embarcar hasta Palma. Nos decía que no estaban seguros de que la compra fuera bien e incluso tenían billetes de avión para volver desde Madrid. Comentaba Edgar que cuando se produjo este hecho él tenía once años, pero recuerda con cariño ese viaje, que fue para él una experiencia irrepetible y de la que aún hoy se acuerda.

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Una vez el coche el Palma procedieron a la restauración completa del vehículo, ya que, aunque funcionaba, tenía muchas deficiencias. Se procedió a restaurarlo por completo: pintura, mecánica, tapicería y todo lo necesario para dejarlo en perfectas condiciones. Se respetó todo menos el color de la tapicería, que pasó de un negro poco atractivo a un blanco radiante que le da vida y un aspecto majestuoso a pesar de tratarse de un vehículo de pequeñas dimensiones. Todo el proceso duró nueve meses.

PASIÓN DE JUVENTUD
En cuanto a la pasión de Edgar por los clásicos, nos contaba que cuanto era aún muy pequeño circulaba en bicicleta por una calle de Palma cuando vio un Seat 600 que estaba en venta. Se lo comentó a su padre y le pidió por favor que lo comprara, a lo que su padre accedió. Reconoce que ese fue un día muy feliz en su vida y desde entonces su pasión por los clásicos sólo ha ido en aumento, aunque le gustaría poder tener una colección mayor. Sin embargo, hay que tener presente que no es un hobby barato y siempre hay que tener los pies en el suelo. También a lo largo de estos años –ahora tiene 29–, ha ido aprendiendo algunos trabajos de mecánica, aunque no es su actividad profesional, pero le sirve para hacer pequeñas reparaciones, aunque tiene claro que los trabajos concienzudos los debe hacer un profesional.

En lo que respecta al vehículo, asegura que es «una pasada», aunque hasta hace medio año el coche ha estado casi siempre en el garaje, si bien ahora lo utiliza los fines de semana. También nos desveló una de sus preferencias por estos coches y es que le encantan los que tienen el techo de lona, de ahí que le encantaría tener un Mehari o un coche similar. Considera que el clima de la Isla es ideal para este tipo de coches, ya que las temperaturas y las lluvias concentradas en el invierno permiten disfrutar de estos vehículos muchos meses al año. No le importaría adquirir un Mehari, un coche que su padre tuvo durante unos meses, pero que luego vendió. Así pues espera seguir con su pasión por los clásicos y hacerse con alguna joya más. Es muy joven y por tanto tiene tiempo de esperar alguna buena oportunidad que pueda aprovechar para incorporar otra joya a la pequeña colección