Carlos Lopes junto a su Cadillac DeVille de 1963 y su joven mascota. | Pilar Pellicer

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Carlos Lopes es un portugués afincado en la Isla desde hace ya veinte años. Aquí tiene ahora su trabajo y su familia y sigue adelante con una de sus grandes pasiones: los clásicos. Nos contaba que desde pequeño ya sentía algo especial cuando veía un clásico, esta emoción se vio acrecentada, sin duda, por la influencia de su padre, un ingeniero que corría en rallies. Así que cuando tuvo la oportunidad y el bolsillo se lo permitió empezó a reunir una pequeña colección de coches americanos, que son los que más le gustan dentro de este mundillo.

Aquí nos muestra su Cadillac Deville de 1963, un vehículo imponente con unas dimensiones extraordinarias y que además de ser un coche para disfrutar de él es un familiar en toda regla, ya que tiene seis plazas. En cuanto al coche, nos dice que lo adquirió hace un año. El coche realizó un largo recorrido hasta llegar a Mallorca, ya que fue comprado en Alemania, de ahí terminó en A Coruña, donde fue rematriculado como histórico, y después comprado por nuestro protagonista en abril de 2018.

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El coche está en buenas condiciones, a simple vista, pero necesita muchas mejoras, que es lo que está haciendo Carlos en estos momentos. Aprovecha cualquier momento que le permite su trabajo –es patrón de barco– para ir mejorando cosas que necesita el vehículo.

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Nos dice que es un manitas y que la mecánica se le da bastante bien, ya que aprendió de su padre desde pequeño, por eso disfruta realizando las reparaciones que los vehículos necesitan él mismo. Nos decía que lo que más le gusta es poder ir poco a poco reparando los vehículos que tiene, es un trabajo que encuentra muy gratificante y que al final da sus frutos. Comentaba que es una maravilla poder ver la evolución de un coche desde que llega a sus manos hasta el resultado final. Quizás eso sea lo que más le gusta, después de tener el coche.

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En cuanto al vehículo, nos comenta que es un modelo muy poco corriente en España y apenas quedan unos cuantos en circulación, y en la Isla apenas un par. Reconoce que todavía tiene que hacerle algunas mejoras, pero de lo que se trata es de restaurarlo con todas sus piezas originales, por eso hay que ir poco a poco y mientras tanto disfrutar de él, ya que funciona perfectamente y no tiene nada que le impida circular. Aquí lo que se trata ahora de mejorar algunas cosas que con el paso de los años se han ido desgastando por el uso, algo en lo que Carlos está manos a la obra. Nos comentaba finalmente que es un coche que le gusta conducirlo a pesar de sus medidas y lo difícil que resulta aparcar en determinados lugares, pero su comodidad y su elegancia compensan cualquier molestia que pueda surgir. Se trata, nos decía, de planificar adónde vas y cuándo.

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