Para los profesionales socio-sanitarios es necesario contar con un seguro de responsabilidad civil que se active en caso de tener alguna reclamación.

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En un periodo como el que está viviendo la sociedad, de transformación y cambios, los servicios también experimentan esos vaivenes. Todos los servicios, desde el transporte hasta los seguros de responsabilidad civil. La adaptación a los cambios recuerda a la presión de las placas tectónicas, también ellas reclamando su lugar y su espacio, dando diversos resultados: buenos y malos.

Así, en este contexto de transformación y de revolución los seguros de responsabilidad civil también enfrentan sus propios retos, porque están igualmente afectados por la sociedad de la información y la transformación digital.

El seguro de responsabilidad civil es uno de los más demandados en distintos tipos de trabajo, es el que está destinado a cubrir los daños ocasionados a terceros. Esto se puede ver claramente en el hogar, muchas veces incluido, tratándose de un seguro integral. Éste se encargaría de cubrir la hipotética inundación del vecino de abajo ocasionada por un grifo abierto en la casa del asegurado.

Los seguros, precisamente, están muy unidos a la probabilidad y a la hipótesis, por eso, en muchas ocasiones se ignora su necesidad y sólo se piensa en ellos tras algún accidente que es lo que suele activar la idea de su necesidad absoluta.

No obstante, el sector seguro representa cada año en España cerca del 5,5% del Producto Interior Bruto (PIB), lo que lleva a pensar que cada vez son más las personas que entienden los beneficios de contar con ello.

Como se ha mencionado anteriormente, la tecnología está marcando los retos y las barreras que tienen que superar.

El mayor acceso a la información y su democratización ha producido que gran parte de la sociedad se muestre más crítica con ciertos servicios, entre los que, también, se encuentra el médico.

Para los profesionales socio-sanitarios es necesario contar con un seguro de responsabilidad civil que se active en caso de tener alguna reclamación durante el ejercicio de su actividad, a través del pago de una cuota previamente estipulada según las condiciones del seguro. Generalmente, la mayoría de ellos cuentan con servicios jurídicos que se encargan de todos los trámites y facilitan la tarea al asegurado.

Hace unas semanas tuvo lugar el XXIV Congreso Nacional de Derecho Sanitario, en el que se debatió, en distintos bloques y con enfoques diferentes, sobre los retos que tiene que afrontar el seguro de responsabilidad civil en el sector sanitario y cuáles son las pautas y la hoja de ruta a seguir para que exista un marco más sencillo en el que operar.

En este sentido, se hablaba de la gran incertidumbre generada por la situación de las aseguradoras que están realizando una guerra de primas e intereses que no dejan espacio a la estabilidad del mercado.

Pero no sólo se está asistiendo a la inestabilidad en cuanto se refiere a seguros de responsabilidad civil sanitarios, todos los sectores se ven claramente tocados por este período de transformación.

Se puede ver latente y, casi a modo de acertijo, en muchas noticias digitales con titulares que rezan: Si un vehículo sin conductor atropella a alguien, ¿de quién es la culpa? Es en este campo donde las aseguradoras están experimentando una mayor presión de sus placas tectónicas, teniendo que adaptarse a los cambios que se producen en algo tan sencillo como la conducción de un coche.

Ya son muchas las empresas y marcas internacionales que se están dedicando a la investigación y puesta en marcha de vehículos autónomos, sin conductor. Con una tecnología embarcada y viales adaptados, estos vehículos son capaces de conducir solos y, en muchos prototipos, no sólo interactúan por los carriles si no también se espera que se comuniquen con el resto de los que circulen con él.

Este terreno ofrece claramente un reto para las aseguradoras que tendrán que dar soluciones distintas a contextos también distintos. Un seguro como se ha entendido tradicionalmente ya no puede servir de igual forma cuando existen más agentes implicados en el posible accidente, y uno de estos es un sistema.

Asimismo, estos desafíos están asociados a los drones, no tripulados, con unos fuertes componentes tecnológicos y capaces de interactuar con un universo también muy amplio, a pesar de las normativas sobre el vuelo de estos pequeños teledirigidos.

El marco regulatorio está aún perfilándose, pero no hay duda de que el futuro ya ha llegado y los servicios sólo pueden adaptarse rápido a los cambios.

Y no sólo de cara al futuro, si no en el vaivén de cambios de hábitos. Tomando aún como ejemplo la movilidad, habría que estudiar cuántas bicicletas han comenzado a ser aseguradas, porque este cambio de paradigma sí ha hecho que las aseguradoras para vehículo motorizado hayan sacado una nueva solución llamada Pay As You Drive, claramente adaptada a todas aquellas personas que usan cada vez menos el coche.

Pero si hay algo que el futuro no va a cambiar es la necesidad de tranquilidad y, por tanto, la de tener un respaldo. El cómo, seguramente se verá en los próximos años.