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La carrera sucesoria arranca este lunes en el PP y son muchos los dirigentes del partido que temen que la lucha por el liderazgo o por cuotas de poder traiga consigo batallas insalvables que impidan preservar la unidad.

Mariano Rajoy preside este lunes en Madrid la Junta Directiva Nacional del PP que convocará el congreso extraordinario para su relevo y elegirá a la comisión organizadora de dicho cónclave, y todavía es una incógnita quién o quiénes tienen la intención de optar a la Presidencia de la organización.

Cuando se abran todos los plazos comenzará un proceso que el partido ya ha vivido en regiones y provincias pero nunca a nivel nacional: la elección democrática de su líder.

Lo hará con un sistema a dos vueltas similar a las presidenciales francesas. En el caso del PP, los militantes votan en la primera ronda y al congreso llegan solo dos candidatos entre quienes eligen a su líder los compromisarios.

Un escenario que está muy alejado de aquel cuaderno azul en el que supuestamente llevaba José María Aznar apuntado el nombre de su sucesor y que es también muy distinto de los 'dedazos' con los que se elegía antes a candidatos o líderes territoriales.

Pero hay un temor que crece en muchos dirigentes y, sobre todo, en sus 'barones' regionales: el de que una lucha encarnizada por el poder cierre de mala manera la sucesión y deje un partido dividido a menos de un año de las elecciones autonómicas, municipales y europeas de 2019.

Unidad es, por eso, la máxima que todos proclaman. Y candidato único la solución que muchos defienden, aunque sólo unos pocos lo haya dicho por el momento abiertamente.

Tres nombres han sonado sin descanso en la última semana desde que Rajoy anunciase su marcha: Alberto Núñez-Feijóo, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal.

Son muchos los dirigentes consultados por Efe que reconocen su preocupación por que un enfrentamiento entre Sáenz de Santamaría y Cospedal dañe este proceso.

Pero también tienen muchos defensores. Como un dirigente regional que subraya que Cospedal merece un reconocimiento por haber sido la que más ha dado la cara por el partido cuando le azotaban los casos de corrupción.

O, por el otro lado, otro 'barón' que recuerda que Sáenz de Santamaría ha sido siempre la miembro del Gobierno de Rajoy más valorada -según el CIS- y cree que esa simpatía se trasladaría en votos.

Unos y otros temen, no obstante que si la partida se juega entre ellas dos el PP acabe polarizado.

Y les preocupa también que aunque no pugnen por el liderazgo lo hagan por tener cuota de poder en un eventual PP presidido por la persona más citada por el partido en este momento: Alberto Núñez Feijóo.

Mucho antes de la sentencia de Gürtel y la moción de censura que puso fin al Gobierno de Mariano Rajoy, el nombre más pronunciado en cualquier terna pensando en el futuro -que se preveía mucho más lejano- era el de Alberto Núñez Feijóo.

Pero la hora del relevo se ha adelantado, y ha pillado por sorpresa al presidente gallego.

Como aseguraba a Efe otro dirigente regional, aunque la mayoría dé por hecho que quiere el puesto, el presidente gallego se lo está pensando. Pensando de verdad. Sobre todo por razones personales.

Pero también recuerdan las fuentes consultadas que, le guste o no a Feijóo, éste es el momento que le ha tocado, no le perdonarían que no diese el paso estar el partido en horas bajas.

Ante tanta incertidumbre, muchos han admitido estos días que preferirían un solo candidato.

Habrá que esperar a que el proceso se ponga en marcha oficialmente, para que quienes se lo estén pensando, que pueden ser los citados y alguno más, desvelen sus intenciones.

Y para que los demás puedan, si quieren, decir públicamente a quien apoyan y animar al militante a que siga su consejo.

Porque como recordó hace dos días la presidenta del Congreso, Ana Pastor, a partir del lunes «ya todos» podrán decir lo que piensan.

¿Todos? Mariano Rajoy probablemente no lo haga. El presidente del PP ya dejó clara el martes su intención de ser neutral en este proceso.

Mañana, en su discurso, Rajoy puede recordar a todos que mantiene esa neutralidad y hacerles también un reclamo, el de mantener, en la medida de lo posible, la paz interna durante este proceso.