Captura de la señal del Tribunal Supremo, del ex delegado del Gobierno Enric Millo, durante su declaración. | Tribunal Supremo

TW
10

El exdelegado del Gobierno en Cataluña Enric Millo ha relatado cómo desde tres semanas antes del referéndum independentista del 1 de octubre de 2017 se produjeron cientos de actos organizados de «hostigamiento, acoso, violencia e intimidación» a instituciones, cuarteles, agentes de Policía y Guardia Civil y comisiones judiciales.

Millo ha situado el inicio de estos actos justo después de las llamadas leyes de desconexión --ley de transitoriedad y ley de referéndum-- en el Parlament los días 6 y 7 de septiembre, ya que, concretamente la primera de ellas estableció en Cataluña una «especie de ficción» que generaba una «doble realidad», una situación que ha calificado de «kafkiana».

Por tanto, estas leyes y la «estrategia» del Govern y el Parlament, ha explicado, provocó «mucha incertidumbre» y fue entonces cuando comenzaron las «acciones de hostigamiento, asedio e intimidación», que ha elevado a más de 200, y que no cesaron hasta mediados de noviembre, una vez ya aplicado el artículo 155 de la Constitución.

Así lo ha contado Millo al tribunal que juzga el proceso independentista, a preguntas del fiscal Javier Zaragoza, que ha querido saber cómo vivió él esos días en Cataluña y cómo era el ambiente en las concentraciones de protesta que se sucedieron en las semanas en torno al referéndum ilegal. Millo no ha escatimado en detalles y ha relatado de forma pormenorizada y rotunda su experiencia.

Así, ha hablado de lanzamiento de objetos incendiarios, acoso a policías y guardias civiles, hostigamiento en los hoteles donde éstos se alojaban, acoso a comisiones judiciales y en las subdelegaciones del Gobierno en las cuatro provincias catalanas. «Se creó un clima de violencia tal que allí donde había una diligencia judicial había un grupo de personas para amenazar, hostigar e intimidar con el objetivo de impedir las acciones judiciales», ha explicado.

20S: «No saldrán hasta que no queramos»
Millo ha relatado el caso concreto del presidente del TSJC, quien le pidió reforzar la seguridad del edificio con Policía Nacional y Guardia Civil porque en la ley de transitoriedad, una suerte de norma suprema para una supuesta república catalana, se establecía que su cargo sería elegido por el president y, por tanto, «no sabía lo que iba a suceder, si le iban a destituir», en esa situación de «doble legalidad» creada tras el 7 de septiembre.

De todas estas concentraciones de protesta, una de las más «preocupantes» para Millo fue la del 20 y 21 de septiembre ante la Consejería de Economía, sobre todo por la cantidad de personas concentradas --decenas de miles-- y las proclamas que iban lanzando, como «No saldrán hasta que no queramos» o «Vamos a defender nuestras instituciones».

Según su relato, estos gritos respondían a la idea de que «si querían defender las instituciones es porque pensaban que les estaban atacando». «Era el mundo al revés», ha lamentado, para añadir después que este clima fue incentivado desde las instituciones catalanas y las entidades sociales.

Pero no sólo fue la Consejería de Economía, sino que, según Millo, otros muchos edificios fueron asediados ese día por los registros ordenados por el Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona. En la de Asuntos Exteriores, concretamente, vio «personas subidas en el vehículo de la comitiva judicial».

«Si todo eso no es violencia...», ha afirmado el exdelegado del Gobierno, quien vio además pintadas en las que se podía leer «Millo muerte». «Amenazar y señalar personalmente a agentes policiales que tienen su casa en Cataluña. Esto de pacífico no tiene mucho. Hubo una componente clara de violencia, de agresividad», ha añadido.

Noticias relacionadas

Aparición de los CDR
Millo ha destacado la capacidad de movilización --"en 20 minutos eran capaces de ubicar a 500 personas en un sitio y en 30 cambiarlas de sitio"-- a través de redes sociales y mensajes de Whatsapp que se vio durante esas semanas de septiembre y octubre de 2017, en la que los Comités de Defensa del Referéndum (CDR) --después reconvertidos en Comités de Defensa de la República-- adquirieron «una importancia tremenda».
Según Millo, los CDR son «aparentemente células autónomas que funcionan de forma espontánea», si bien ha remarcado que «un estudio detallado permite deducir que hay una estructura y organización» detrás de ellos, lo cual «de espontáneo tiene poco». «Es un movimiento muy plural y muy diverso, en el que seguro que hay gente de buena fe y pacifista, pero hay otras con otros objetivos que no tienen inconveniente en usar la violencia», ha subrayado.

El exdelegado del Gobierno ha situado a los CDR en el último escalón de una estrategia en cuya cúspide ha situado al Govern, el Parlament y la «sociedad civil organizada» a través de organizaciones como la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, alrededor de las cuales «gravitan otras entidades más pequeñas que tienen vinculación directa o indirecta con los CDR».

Las defensas de los acusados han puesto en duda la veracidad de todo este relato de Millo, ya que le han preguntado en numerosas ocasiones si vio esos incidentes directamente --a lo que él ha constestado que no salvo la amenaza de la pintada--, quién le informaba de estos hechos y si leyó atestados policiales --a lo que también ha respondido que no--. En algún momento, el testigo ha dicho que se informó también por los medios de comunicación y las redes sociales.

En cuanto a la vinculación que ha hecho entre los CDR y entidades como ANC y Òmnium, Millo ha aclarado que él cuenta lo que vio, lo que observó y en base al «conocimiento» que tiene de la «realidad catalana».
El fiscal Zaragoza ha querido saber cuál fue la actuación de los Mossos d'Esquadra en esas semanas y si la Delegación del Gobierno percibió apoyo en la policía autonómica para hacer frente a las protestas y los actos de «acoso» y «hostigamiento». Sin embargo, Millo ha lamentado que su apoyo «no siempre fue todo lo eficaz que pudo haber sido».

Los Mossos tardaban horas en llegar
De hecho, ha afirmado que a veces tardaban «horas» en llegar a la llamada de policías y guardias civiles. Y además, ha dicho que no recuerda que el entonces conseller de Interior, Joaquim Forn, le llamara para abordar este problema.

Y es que según Millo, la versión oficial que transmitía la Generalitat esos días es que las concentraciones eran «actos poco menos que festivos y folclóricos». «Pero todos pudimos ver que la intención era otra; las llamadas eran a la defensa de las instituciones», ha apuntado.

De Forn también ha tenido oportunidad de hablar minutos, cuando ha comentado que la primera vez que se reunió con él le dejó «estupefacto» que le dijera que la Generalitat iba a «garantizar que la jornada electoral se desarrollara con total normalidad».

«Le dije que no entendía de qué jornada hablaba y me dijo que la del referéndum. Ahí le manifesté un punto de desacuerdo muy grave: le dije que ese día no se iba a celebrar un referéndum y él contestó que no tenía más que decir», ha relatado.

Junqueras no era partidario de ir «tan deprisa»
También ha indicado que durante el ejercicio de su cargo tuvo ocasión de hablar con el exvicepresidente Oriol Junqueras, quien le transmitió que «comprendía que todo esto podía crear una situación complicada» y que él no era «partidario de que todo fuera tan deprisa» en lo que respecta a la convocatoria del referéndum, pero que igualmente estaba «absolutamente comprometido» con los planes del Govern de Puigdemont.

Pero una de las cosas que más sorpendió a Millo fue que una frase que le dijo Junqueras: «Soy independentista, lo he sido siempre y no tengo que demostrarlo. Otros en mi Gobierno no lo habían sido nunca y ahora tienen que hacer un esfuerzo muy importante para demostrar que lo son».