El presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ha salido esta mañana de la prisión barcelonesa de Lledoners con un permiso de 72 horas para ir a trabajar que le concedió la Junta de Tratamiento del centro y que avaló una juez de vigilancia penitenciaria pese a oponerse la Fiscalía a esta medida. | Efe

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El presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ha salido esta mañana de la prisión barcelonesa de Lledoners con un permiso de 72 horas para ir a trabajar que le concedió la Junta de Tratamiento del centro y que avaló una juez de vigilancia penitenciaria pese a oponerse la Fiscalía a esta medida.

Cuixart ha salido a las 8:15 horas del centro penitenciario, ha saludado con un «buenos días» a los reporteros gráficos que han captado el momento y se ha introducido en un coche con las dos personas que se han desplazado hasta Lledoners para recogerlo.

La juez de vigilancia penitenciaria autorizó el permiso de 72 horas al líder de Òmnium Cultural al considerar que ha tenido una «buena conducta» en prisión y que su frase «lo volvería a hacer» en relación a sus acciones durante el procés, por las que fue condenado a 9 años de prisión por sedición, se limita a la «mera expresión de un pensamiento ideológico/político».

El aval de la juez de vigilancia penitenciaria llegó después de que el pasado 6 de febrero la Junta de Tratamiento de la cárcel de Lledoners acordara permitirle salir de prisión de lunes a viernes -nueve horas y media al día-, para ir a trabajar, en aplicación del artículo 100.2 del reglamento penitenciario, que requiere de la autorización ulterior de la magistrada.
La Fiscalía rechazó que se le otorgara el permiso porque considera que no se ha arrepentido, que dijo en el juicio a la cúpula del «procés» en el Tribunal Supremo y luego en un libro que «lo volvería a hacer» y que no ha seguido ningún programa de tratamiento específico sobre el delito de sedición que permita concluir que ya ha sido «reeducado» y que asume la comisión del delito «sin distorsiones cognitivas».

La juez rebatió la tesis de la Fiscalía de que Cuixart no asume los hechos delictivos y resalta que, según el equipo que le trata, el interno, reconoce los hechos y es consciente de que «con sus actos se produjo una intensa discrepancia frente al orden legal» y se ocasionaron «algunas conductas inadecuadas pero del todo imprevisibles», por lo que las cosas se «podrían haber hecho de otra manera».

Respecto a su frase «lo volvería a hacer», argumento que la Fiscalía consideraba «definitivo» para oponerse al permiso de 72 horas, la juez apunta que no puede sino considerarse una «mera expresión de un pensamiento ideológico/político».

La juez se remite al informe del psicólogo de la prisión, que precisa que, con su «lo volvería a hacer», Cuixart «en ningún momento hace referencia a un alzamiento tumultuario», sino que se refiere a «la voluntad de continuar reivindicando el derecho a decidir sobre la situación de Cataluña de forma pacífica y no violenta».

La normativa penitenciaria no obliga al condenado a arrepentirse ni a que se declare culpable, sino a dos «requisitos mínimos» que cumple Cuixart, haber superado una cuarta parte de la condena y tener una «buena conducta» en prisión, destaca la juez, que afea a la Fiscalía que «parece olvidar» que la condena penal no se debe extender al itinerario penitenciario para obstaculizar los permisos.

La colaboración de Cuixart es «total» en todas las actividades y cursos que ha seguido en prisión, donde su grado de ayuda a profesionales y resto de los internos es «encomiable», según la juez, que también resalta que el líder de Òmnium presenta un nivel bajo de riesgo de reincidencia y tiene un pleno apoyo en el exterior en el ámbito social, laboral y familiar.