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La Red Geodésica Canaria, operada por el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), ha registrado en los últimos días una significativa deformación del terreno de origen volcánico en la zona del volcán Cumbre Vieja, en la isla de La Palma. De hecho, la superficie se ha deformado unos 6 centímetros en el área en la que se localiza los temblores, que han provocado un enjambre sísmico en los últimos días.

El Comité Científico del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico (Pevolca) ha recomendado este jueves mantener el semáforo en amarillo (nivel 2 de riesgo en una escala de 4) y la situación de alerta para los municipios de la Cumbre Vieja: Fuencaliente, Los Llanos de Aridane, El Paso y Mazo.

Generalmente, un enjambre sísmico es un fenómeno que puede ocurrir previamente a la erupción de un volcán, aunque no necesariamente es así en todos los casos. Los expertos han constatado que la situación en La Palma se ha intensificado, pero que todavía no hay evidencias claras de erupción inminente.

No es la primera vez que la tierra tiembla en La Palma y, de hecho, las Islas Canarias son la única región en el país con vulcanismo activo donde ha habido erupciones a lo largo de la historia con riesgo de que se produzcan más en el futuro, explican desde el Gobierno de Canarias.

El Instituto Geográfico Nacional (IGN) ha registrado 14 episodios hasta ahora de erupciones ocurridas en España desde el siglo XV en las Islas Canarias. "Se han venido produciendo unas tres erupciones por siglo repartidas entre las islas de Lanzarote, Tenerife y La Palma, aunque otras erupciones prehistóricas o muy recientes han ocurrido también en El Hierro, Gran Canaria y Fuerteventura", explican en el IGN.

Todo el archipiélago, salvo la isla de La Gomera, mantiene sus volcanes activos. No obstante, las únicas manifestaciones de procesos magmáticos que se han producido en los últimos años corresponden a anomalías localizadas en los volcanes de Timanfaya (Lanzarote), Teneguía (La Palma) y Teide (Tenerife).

La Palma vivió su última gran erupción en el año 1971, cuando el volcán Teneguía comenzó a expulsar lava durante semanas un 26 de octubre. Días antes se produjeron intensos terremotos que fueron incrementándose hasta que entró en erupción.

Este jueves, el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcán) ha dado a conocer que el volumen del reservorio de magma que está provocando este enjambre sísmico en La Palma es de 11 millones de metros cúbicos, lo que equivaldría a la cuarta parte de los materiales volcánicos que emitió el Teneguía hace cinco décadas, tal y como recoge la Agencia Efe.

En el año 2011 también se produjo una erupción de carácter submarino en la isla de El Hierro, en un volcán submarino ubicado en aguas próximas al municipio de La Restinga, tras varios días de actividad sísmica. Fue mucho menos significante que la erupción del Teneguía y se produjo el 10 de octubre de 2011, aunque estuvo activo hasta el 5 de marzo de 2012.

Pero el episodio comenzó mucho antes. El 26 de septiembre se avisaba a la población de las localidades cercanas de una posible erupción volcánica por los movimientos sísmicos registrados en la zona. Cuatro días más tarde, el IGN informaba de que la presión ejercida por el magma en el subsuelo de la isla había abombado la superficie 3,5 centímetros.

Se habían registrado más de 8.000 seísmos de baja magnitud para entonces. Fue el 9 de octubre de 2011 cuando se sintió en la isla un terremoto de 4,3 de magnitud. Dos días más tarde se confirmaba la erupción volcánica submarina a cinco kilómetros de la costa que obligó a evacuar a la población de las zonas próximas.

Las erupciones de los volcanes en Canarias "suelen ser de tipo efusivo y no muy peligrosas para las personas", añaden desde el Gobierno regional en un documento sobre el riesgo volcánico en el archipiélago.

Sin embargo, fue realmente inusual la erupción ocurrida en Lanzarote entre 1730 y 1736, cuando "cubrió con lava la cuarta parte de la isla, destruyendo campos de cultivo y provocando que la población tuviera que emigrar a las otras islas".

En Tenerife existe riesgo de alguna erupción explosiva, ya que el Teide "podría tener actividad violenta". No obstante, la probabilidad de que esto ocurra "es muy baja" y por eso está en constante vigilancia por parte de las autoridades correspondientes.

El vulcanismo en el archipiélago tiene otros riesgos indirectos como "la posibilidad del deslizamiento de grandes masas de terreno". Como consecuencia de la actividad volcánica "se van formando acumulaciones de rocas de mucha altura y poca base que han caído en algunas ocasiones hacia el mar", añaden. Estas avalanchas son las causantes de "las profundas depresiones o calderas" que surcan las islas.