Aparatos para medir la salud del corazón.

TW
1

La crisis sanitaria provocada por el coronavirus, sobre todo en los momentos más duros del confinamiento, ha retrotraído unos diez años la salud cardiovascular y se han visto corazones «terriblemente dañados», con infartos que no se observaban desde hacía tres décadas. Así se ha puesto de manifiesto durante el encuentro organizado por Efe junto con Quirónsalud para abordar los últimos avances en salud cardiovascular, en el que el presidente de la Sociedad Española de Cardiología, Julián Pérez-Villacastín, ha recordado que las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte y una de las causas más importantes de necesidades de atención sanitaria.

En este sentido ha destacado que la COVID, además de afectar al músculo del corazón igual que afecta a los vasos sanguíneos o al sistema nervioso, también ha tenido un impacto brutal en la organización sanitaria, lo que debe enseñarnos a «ser capaces de adaptar los hospitales de una forma más flexible a circunstancias que, hoy por hoy, podrían parecer extraordinarias pero que, como la COVID, nos han puesto a prueba». La jefa de Cardiología de Quirónsalud València, Catheline Lauwers, ha explicado que en 2020 hubo un 45 % menos de cateterismos y los pacientes «ni siquiera acudían al hospital», prácticamente «pasaban el infarto en casa, es decir, o morían en casa o acudían con infartos muy evolucionados».

Noticias relacionadas

«Hemos visto corazones terriblemente dañados, con infartos de hace 30 años», ha resaltado. El jefe de servicio de Cardiología de Quirónsalud Alicante, Luis González, ha destacado que la gente «llegaba demasiado tarde por miedo a contagiarse», a lo que hay que sumar que el propio virus tiene su efecto cardiovascular y o desencadena patologías «o hace que algo que está subyacente también salga a la luz». En este sentido, el responsable de Cardiología de Quirónsalud Torrevieja, Rafael Florenciano, ha apuntado que «hemos visto personas que estaban sana a las que el COVID ha provocado una serie de consecuencias, a veces importantes», como infartos o arritmias. «Nos ha llamado mucho la atención la aparición de arritmias en este tipo de paciente joven, no sabemos si asociadas a que no tenían oxígeno suficiente o a que el propio virus facilitaba eso», ha indicado Florenciano, quien ha añadido que también «hemos tenido trombosis a varios niveles, cosa que no es muy frecuente».

En cualquier caso, en opinión de González, la pandemia también ha supuesto un impulso a la telemedicina en cardiología. «Nos ha hecho reinventarnos», ha señalado y, en el caso de los dispositivos como marcapasos o desfibriladores se ha potenciado la monitorización remota, es decir, el seguimiento domiciliario con monitores en casa de cada paciente. Sobre este aspecto de la monitorización, Pérez-Villacastín ha dicho que «ha sido una gran ventaja», porque «si esto mismo llega a suceder hace 15 años, las cosas habrían sido completamente diferentes».