El fundador de Unidas Podemos, Pablo Iglesias y la ministra de Igualdad, Irene Montero a su llegada a los juzgados. | VICTOR LERENA

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La actual ministra de Igualdad, Irene Montero, y el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias han relatado en el juicio por presunto acoso a sus hijos que temieron por la seguridad de los niños porque no sabían hasta dónde llegaría el periodista procesado, quien ha asegurado que nunca quiso acercarse a ellos. El Juzgado de lo Penal número 30 de Madrid ha celebrado este miércoles el juicio al periodista de OK Diario Alejandro Entrambasaguas por presuntamente acosar a los dos menores en noviembre y diciembre de 2019, y para el que la Fiscalía solicita un año de cárcel.

La empresa Dos Mil Palabras S.L., titular del periódico, comparece como posible responsable civil subsidiaria, mientras que finalmente ha comparecido por parte de OK Diario el periodista Manuel Cerdán, jefe directo de Entrambasaguas y que ha defendido el trabajo de éste. En el juicio, que ha quedado visto para sentencia tras más de tres horas de vista oral, el procesado ha explicado que solo trataba de confirmar si, como le comunicaron en un correo electrónico anónimo, la denominada «madre de día» que cuidaba a varios niños en una urbanización de Galapagar (Madrid) ejercía de forma ilegal, y si a ese lugar acudían los hijos de Montero e Iglesias, lo que sería noticia al ser «dos personajes públicos de relevancia mayúscula».

Por eso acudió allí en cuatro días diferentes, trató de hablar con la cuidadora sin éxito tanto en persona, una vez, como por teléfono, en unas cinco ocasiones, y a través del telefonillo, dos veces, pero «jamás» quiso acercarse a los hijos de la pareja ni preguntó a nadie por ellos, ha asegurado. La Comunidad de Madrid le confirmó que ese lugar no estaba inscrito como escuela infantil y él vio un día a Pablo Iglesias entrar en la vivienda, de manera que solo le faltaba hablar con la cuidadora para publicar la información. Solo vio a Iglesias con sus niños un día y se quedo inmóvil en el coche, ha puesto e relieve en un relato en el que ha reconocido que no dijo que era periodista ni a los vecinos ni a los escoltas de Iglesias, aunque si dio su nombre y su teléfono reales, ya que de lo contrario le habrían «reventado» la exclusiva. Al final del juicio, después de que su letrado pidiera su absolución total, ha defendido que no acosó a nadie y ha asegurado que los testigos han dicho «falsedades». Por su parte Irene Montero, que al llegar a los juzgados ha precisado que acudía a este juicio únicamente como madre de sus dos hijos pequeños, ha explicado que decidió llevar a los niños en septiembre de 2019 a esa cuidadora porque necesitaban un lugar «muy controlado», con pocos niños, porque al ser sus pequeños prematuros tenían riesgo de infecciones respiratorias.

«A por quien se iba era a por los niños», ha asegurado Montero en la Sala, tras relatar que al ser alertados por la cuidadora de la visitas y de las llamadas del periodista, que ha cifrado en «más de setenta», sintieron «temor, miedo, angustia y ansiedad», porque «la situación no paraba» y «podía pasar cualquier cosa». Ha añadido que tuvieron que cambiar sus rutinas y que finalmente la cuidadora les dijo que les dejaba y tuvieron que llevar a los pequeños a la escuela infantil del Congreso «priorizando la seguridad». En esta misma línea, Pablo Iglesias ha relatado la situación «muy angustiosa» que padecieron aquellos dos meses, en la que él llegó a ver a Alejandro Entrambasaguas dentro de un coche, y ante la que los escoltas le dijeron que, al haberles asegurado el joven que era estudiante de Derecho, no podían hacer más que vigilar. Ha asegurado que la cuidadora le llamó y le escribió a él en varias ocasiones y estaba «muy nerviosa» y «muy agobiada» porque le había hecho «muchas llamadas» y «llegó a la llamar a la puerta de su piso, a pocos metros de mis hijos».

Por su parte la cuidadora de los pequeños ha relatado que lo pasó mal y se sentía «perseguida» por Entrambasaguas, con el que no quería hablar porque descubrió que era periodista y quien subió hasta la puerta de su piso una vez, durante varios días le hizo tres o cuatro llamadas diarias y más adelante 10 o 15 llamadas al telefonillo. Los vecinos la alertaban y ella cambió las rutinas para evitar que fotografiara a los pequeños o se acercara. Al final del juicio la fiscal ha elevado a definitiva su petición de cárcel al periodista por un acoso reiterado que además fue creciendo hasta que se denunciaron los hechos, al igual que ha hecho la letrada de la acusación particular, que pide dos años de prisión para Entrambasaguas, el alejamiento del periodista con respecto a los menores y una indemnización de 10.000 euros.