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El impacto de una guerra como la de Ucrania tiene ecos inesperados en lugares muy alejados de allí. En el plano económico, ese eco se deja ver en los bollos, pasteles y galletas con los que los españoles desayunan y meriendan a diario. El 70% del aceite de girasol utilizado en España proviene de Ucrania, y este ingrediente es clave en la industria del dulce. Rubén Moreno, secretario general de la Asociación Española del Dulce (Produlce), explica a 20minutos que las empresas tienen stock de este producto para entre 2 y 4 semanas.

Después de ese plazo ya no quedarían existencias y, «lo peor de todo», afirma Moreno, «es que no hay visos de encontrarlo fácilmente en ningún sitio». La dependencia de Ucrania es grande y el otro gran país productor es Rusia, por lo que acudir a otros mercados se presenta también como una opción difícil. «Es imposible de restituir por lo que suponía a nivel internacional».

No solo las galletas, los pasteles y los bollos industriales están afectados, también productos como los panes envasados, que utilizan una pequeña fracción de grasa de aceite de girasol. "Y luego todas las coberturas, los rellenos de chocolate, las cremas de cacao... Básicamente el 60 o 70% del volumen de producto que ponemos en el mercado puede estar afectado ahora mismo por esta situación".

La industria del dulce busca nuevos aceites vegetales

Las empresas del sector se encuentran en estos momentos tanteando el uso de otro tipo de aceites vegetales que puedan sustituir al aceite de girasol e invirtiendo en I+D para encajarlos de la mejor manera en las recetas actuales. Moreno indica que aún se intenta obtener el aceite de girasol que queda en el mercado y señala que otros países en Europa, como Rumanía, Francia o Polonia, lo producen. Fuera de Europa, Argentina o Sudáfrica lo fabrican también, pero, la menor producción en comparación a Ucrania o Rusia unida a los problemas burocráticos, no convierten estas alternativas en las idóneas.

A la hora de elegir otros aceites, «no todos valen para todo», advierte. "Hay algunos que se precisan en una forma solidificada, los que se utilizan para rellenos o coberturas de producto. En este caso, se habla de aceites de coco, colza o palma. Y, cuando es en estado líquido, el aceite de soja puede ser uno de los sustitutos". Moreno cuenta que otro problema es que las empresas se decanten por una opción pero, por cuestiones del mercado, deban cambiar a otro tipo de aceite pasadas unas semanas.

El etiquetado podría retrasar la puesta en venta de los nuevos productos

Sin embargo, no considera que esta variación en las recetas ponga en problemas la disponibilidad de los productos afectados. "En recetas con nuevas formulaciones llevamos trabajando desde hace mucho tiempo, entonces al final se acaba dando con la tecla para hacer un producto de gusto parecido o también de perfil nutricional similar".

El principal problema a la hora de comercializar estos nuevos productos vendría por el etiquetado por el poco margen de tiempo con el que se contaría. Para el etiquetado se debe cumplir con un reglamento europeo que exige que se informe concretamente del tipo de aceite que se está utilizando.

Moreno explica que el sector no tienen ningún problema con este reglamento y esperan llegar a tiempo a hacer este cambio antes de que el stock se agote. Aun así, se encuentran en comunicación con las autoridades españolas y europeas para tratar de conseguir «alguna flexibilización temporal» de los requisitos de etiquetado.

Como «operativamente» no se ve posible rediseñar e imprimir todos los nuevos envases, desde el sector plantean fórmulas como poner pegatinas sobre el producto, informar vía internet o añadir los datos en el propio lineal de los supermercados. "Se puede dar la paradoja de que pongamos todo en marcha y lleguemos a encontrar esas fuentes alternativas de aceite y luego, por esta cuestión del etiquetado, pues no podamos ponerlo en el mercado. Creo que deberíamos encontrar alguna solución intermedia que concilie siempre la información al consumidor con una operativa que podamos llevar a cabo".

Respecto al posible incremento de precios, Moreno no se manifiesta, pero sí reconoce que la situación actual "ha generado una volatilidad en absolutamente todo. Tenemos esta volatilidad en energía, en carburantes, en materias primas, incluso en material de etiquetado, en absolutamente todo. Se nos ha juntado la tormenta perfecta", concluye Moreno.