El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Juan Carlos Hidalgo

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Cuatro años después, volverán a sucederse en muy pocos meses las elecciones municipales, las que decidirán las presidencias de la mayoría de comunidades autónomas y los comicios generales. Eso significa que, pese a muchos pronósticos que aventuraban que Pedro Sánchez no agotaría su mandato, la legislatura se prolongará durante todo su tiempo natural y con la posibilidad de apurarla, incluso, hasta su último día. Así ocurrirá si el presidente del Gobierno, que ha venido avanzando que pondrá las urnas el próximo diciembre, decide que los españoles acudan a ellas el día 10 de ese mes, el último posible de acuerdo con los plazos de la ley que regula estos procesos.

Con la fecha concreta aún en el aire, lo cierto es que 2023 será un año electoral, muy electoral, lo que conllevará inevitablemente que las tensiones y reproches entre Gobierno y oposición, las existentes entre los socios del Ejecutivo o las del Gabinete de Sánchez con sus aliados parlamentarios no encuentren terreno propicio para desvanecerse. «Está asumido», aseguran a Efe fuentes de Moncloa que dan por perdido cualquier diálogo con el PP y admiten que la cercanía de las convocatorias electorales provocará que se quieran marcar aún más perfiles propios (es decir, guardar más distancias) por parte de quienes han llegado a acuerdos con ellos los últimos años. Pero afirman que nada será ya más difícil que todo lo que ha habido que ir superando desde la investidura de Sánchez, con obstáculos inéditos como la pandemia de coronavirus o las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania.

LA GESTIÓN COMO AVAL

La gestión de todo ello, y de forma especial la crisis económica y la lucha contra la inflación, creen que será la mejor tarjeta de presentación ante los electores, que consideran que sabrán interpretar lo que han supuesto todas las medidas desplegadas para, como dijo Sánchez al hacer balance del año el pasado martes, «avanzar y proteger». Dando por descontado pues que llegar a acuerdos será aún más difícil, el Gobierno ha apretado el acelerador en la recta final del año para sacar adelante algunas iniciativas especialmente polémicas como la reforma del Código Penal para eliminar el delito de sedición cambiándolo por una nueva figura delictiva, y modificar el de malversación.

Son decisiones que han seguido nutriendo de munición a los argumentos de la oposición y especialmente del PP, que ve también en la insistencia del Govern y de ERC para convocar un referéndum de independencia en Cataluña una prueba de que no pararán hasta conseguirlo, y afirma estar convencido de que Sánchez, pese a que diga que nunca lo consentirá, acabará cediendo. Con ese enrarecido ambiente político, e incluso institucional tras todo lo sucedido en torno al CGPJ y al Tribunal Constitucional, se entra en un año que parece estar abocado a convertirse en una campaña continua. Primero ante las elecciones municipales en toda España y las que se celebrarán en doce autonomías (todas menos Galicia, País Vasco, Cataluña, Andalucía y Castilla y León) y en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla el día 28 de mayo.

28M, LA MEJOR ENCUESTA

Con los resultados de esa jornada como la mejor encuesta posible para las generales, si se cumple la hoja de ruta prevista quedarán otros seis meses de campaña para la cita que dilucidará si Sánchez resiste, si Yolanda Díaz suma, si llega el cambio que vaticina Alberto Núñez Feijóo, si en ese caso tendría que hacerlo de la mano de Vox, o si Ciudadanos sigue definitivamente el camino de formaciones como UPyD mientras sus votantes, e incluso alguno de sus dirigentes, son piezas codiciadas de otras formaciones.

Hay aún alguna voz muy aislada en el entorno del Gobierno que no cierra la puerta a que el presidente pudiera hacer coincidir en mayo generales y municipales, pero la opinión prácticamente unánime es que eso no ocurrirá. El escaparate que será para Sánchez y sus ministros la presidencia de la Unión Europea a partir del 1 de julio y hasta final de año se interpreta como una oportunidad a la que sería absurdo renunciar...a no ser que los sondeos al inicio del año dispararan las expectativas del PSOE. No es lo que indican por ahora la mayoría de prospecciones electorales, que, con la salvedad del CIS, sitúan en cabeza al Partido Popular aunque rebajando algunas la distancia en los últimos meses. El «efecto Feijóo», su supuesta solvencia y moderación, «se disuelven como un azucarillo», según Sánchez, mientras que el líder del PP, que vaticina que las municipales serán una moción de censura al Gobierno, ve imparable el camino para convertirse en inquilino de la Moncloa.

ACOSTUMBRARSE A LAS COALICIONES

La dinámica electoral multiplicará la presencia de los máximos responsables de los partidos por toda España, Sánchez incluido, porque Ferraz asegura que en las municipales y autonómicas participará en actos en todos los territorios en respaldo de sus candidatos ya que, pese a las críticas de barones como el castellano-manchego Emiliano García-Page o el aragonés Javier Lambán, su presencia no resta. Ante la fecha del 28 de mayo, el presidente del Gobierno tendrá que prescindir de dos de sus ministras ya que Reyes Maroto y Carolina Darias serán, respectivamente, las candidatas socialistas a las alcaldías de Madrid y Las Palmas.

Su intención es que permanezcan hasta casi el inicio de la campaña para aprovechar su mayor presencia pública hasta entonces, y la duda es si los cambios en el Gabinete se limitarán a ellas dos o se decantará por una crisis más amplia que acometería también en clave electoral. Se trata en definitiva de un año intenso y en el que no se vislumbra que se pueda atemperar la bronca política. Llegarán las elecciones, unas y otras, y si las urnas se empeñan en que sigue sin ser tiempo de mayorías absolutas, habrá que continuar acostumbrándose a los gobiernos de coalición. La incógnita es de qué signo.