MADRID, 27/01/2023.- El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños (d), da un discurso en presencia del presidente del Senado, Ander Gil, y de la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, durante el acto de Estado en Memoria del Holocausto y de Prevención de los Crímenes contra la Humanidad celebrado este viernes en el Senado. EFE/ Fernando Alvarado | FERNANDO ALVARADO

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l ministro de Presidencia, Félix Bolaños, ha subrayado que «ninguna religión o creencia incita al odio», durante el acto de Estado del Día del Holocausto, que se ha celebrado este viernes en el Senado, dos días después del ataque mortal a un sacristán en Algeciras. Bolaños ha hecho hincapié en que no cabe la indiferencia ante los «discursos de odio que intentan cualquier oportunidad para deteriorar la convivencia», en presencia de la presidenta del Europarlamento, Roberta Metsola, y de, entre otros senadores, Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP.

Al acabar el acto, Feijóo ha sido preguntado por la prensa sobre si ese mensaje de Bolaños pudo estar dirigido indirectamente a él, después de su comentario en Barcelona este jueves sobre el integrismo islámico, y el presidente del PP se ha limitado a indicar que lo desconocía, sin hacer más declaraciones.

Bolaños en su discurso también ha avanzado que el próximo martes el Consejo de Ministros aprobará un plan contra el antisemitismo, que desarrollará la Estrategia de la UE de Lucha contra el Antisemitismo que fue aprobada en octubre de 2021. Metsola ha advertido de «un aumento del antisemitismo» en este siglo, con renovados ataques a sinagogas y con amplificación del odio en internet, y ha enfatizado que «ser antisemita es ser antieuropeo». Tras el acto, Metsola y Feijóo se han reunido durante unos veinte minutos en un despacho de la cámara alta.

El presidente del Senado, Ander Gil, ha resaltado durante el homenaje, tras describir los horrores hallados en los campos de concentración y exterminio hace 78 años, que «frente al fracaso moral de hace casi ocho décadas» hoy le orgullece el «rearme moral de Europa». Como ejemplo ha apuntado a la respuesta «unitaria, diáfana y clara» de los europeos ante el sufrimiento de los ucranios por la invasión rusa iniciada hace once meses.

El acto solemne del Día Oficial de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad ha tenido lugar en el antiguo salón de plenos del Senado, con encendido de velas, plegarias y varias piezas musicales al violín. Han participado el director del Centro Sefarad-Israel, Jaime Moreno; el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Isaac Benzaquén; el director del Instituto de Cultura Gitana, Diego Luis Fernández, y la vicepresidenta de Amical Mauthausen, Concepción Díaz Berzosa.

La más emotiva intervención la ha protagonizado Irene Shashar, de 85 años, sin papeles, sin leer, solo con voz y memoria. Irene ha recordado que en 1939 los nazis obligaron a todos los judíos de Varsovia a encerrarse en un gueto, por lo que su familia se refugió en un «pequeño departamentito» de ese área acotada. «Recuerdo la hambruna, recuerdo los bombardeos, recuerdo los pasos de las botas de los nazis, recuerdo ser una niña curiosa, con dos o tres añitos, levantar un pedazo de papel en una calle del gueto y encontrarme con el esqueleto de un pequeño niño», ha relatado Irene.

Un día encontraron a su padre en el suelo de la cocina sangrando y fue «la última vez» que le vio, ni sabe dónde está enterrado. Su madre la llevó fuera del gueto por unas cloacas, entre la pestilencia y las ratas, y ella solo llevaba su «muñequita» para jugar. «Pasé tres o cuatro años escondida en armarios de diferentes familias, con una bacenita (bacinilla) y con mi muñeca; mi mami me traía algo de comer, me cambiaba la bacenita... y me dijo que si me portaba bien, no gritaba, no me quejaba, todo eso iba a terminar en pocos días e íbamos a salir a jugar al parque», ha rememorado Irene.

Ha continuado: «Piensen ustedes en la responsabilidad que tomé sobre mí: si yo me porto bien, todo esto va a terminar, la Segunda (guerra mundial) va a acabar, todo depende de mí». Tras relatar varios «milagros», como no ser descubierta en registros de soldados alemanes, Irene ha concluido que su salvación entonces tiene que ser empleada ahora en trasladar sus recuerdos a sus dos hijos, siete nietos y «las generaciones venideras», con su ruego de «concordia, fraternidad, comprensión» para todo el mundo.