Irene Montero durante su intervención en el homenaje a las Roges del Molinar. | CATI CLADERA

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La Ley Solo ‘sí es sí’ lleva consigo una infinidad de polémicas en su interior. Muchísimas críticas, lucha de egos y demasiados violadores con las penas rebajadas. Concretamente, 338 agresores sexuales que han visto como su condena ha quedado reducida con la estupefacción de las víctimas a las que nadie les puede devolver lo que perdieron un día.

Ahora, cuando Igualdad parece retroceder en su idea original, es cuando más dudas salen. Desde el ministerio que preside Irene Montero se abre la puerta a modificaciones siempre y cuando no se «toque el corazón de la ley, el consentimiento». De aquí aparecen las primeras dudas. Desde Igualdad siguen rechazando los borradores que les pasa Justicia ya que defienden que «la ley no está mal escrita, sino que hay una aplicación incorrecta». Sin embargo, el consentimiento expreso es una de las claves a la hora de juzgar los delitos sexuales. Para manifestarlo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente con actos que expresen de manera clara la voluntad de la persona.

Por su parte, la libertad sexual es el derecho a la libertad de la elección sexual de cada individuo. La persona posee la capacidad de autodeterminarse en el ámbito de su sexualidad, sin más limitaciones que el respeto a la libertad ajena. Se limita la libertad sexual cuando interfiere en la libertad de un tercero. Además, desde el punto de vista jurídico, la libertad sexual viene acotada por la variable de la edad, ya que se se estipula una número para poder ejercerla de manera consciente, sino se considera que el individuo de mayor edad ha ejercido violencia o abuso a la persona menor. En el caso de la ley sí es sí, se añaden agravantes si la víctima es menor de 16 años o si el agresor sea pareja o expareja, o someter a la víctima a sumisión química

Por ello, aunque tengan relación, el consentimiento tiene una definición propia en la cual, el Ministerio de Igualdad no quiere saber de modificaciones, porque considera que dos personas que tengan sexo tiene que haber manifestación por parte de los dos. Mientras que la libertad sexual se refiere en la potestad individual sin que interfiera a la libertad ajena de otra persona.

Con todos estos matices que acompañan a una ley que ha atormentado a Montero por las presiones ajenas desde la oposición y hasta compañeros de coalición, la ministra ha abierto la puerta para poder modificar aspectos que ayuden a controlar el número de penas rebajadas.