Un 5 de abril de 1994 el alma de Nirvana se sumó al club de las leyendas de la música que fallecieron a los 27 años. | Juan Luis Hernández

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Muchos miembros de la generación X que crecieron escuchando a Nirvana posiblemente todavía se acuerden de lo que estaban haciendo cuando se enteraron de la muerte de Kurt Cobain, quien puso fin a su vida hace 25 años entrando así en el selecto «Club de los 27».

El 5 de abril de 1994 el vocalista de Nirvana se suicidaba de un disparo tras haber sufrido enfermedades crónicas como la depresión y adicciones a sustancias como la heroína, en plena cúspide de la fama. Tres días después hallaban su cadáver en su casa de Seattle (Washington, EE.UU.). Había nacido un mito.

Tras la muerte del que hasta entonces había sido el líder de la más exitosa banda de grunge de principios de los noventa, con éxitos como Smells Like a Teen Spirit, Come as You Are o The Man who Sold the World, entraba en el panteón de las leyendas de la música.

Su fallecimiento a los 27 años de edad, al igual que otros artistas como Jimi Hendrix, Janis Joplin o Jim Morrison; los numerosos libros y documentales sobre su obra, vida y muerte; así como las múltiples teorías conspiratorias sobre su suicidio, aderezadas por la carta manuscrita que dejó antes de morir, han contribuido a lo largo de los años a alimentar el mito.

Las cenizas de Cobain fueron esparcidas en un lugar desconocido por deseo expreso de su familia, con lo que sus seguidores no disponen de ningún sitio al que «peregrinar» para rendirle tributo, aunque Seattle cuenta con varios emplazamientos en su honor.
Aun así, la estela del personaje sigue más viva que nunca.

A principios de este mes salió publicado el libro Serving the Servant: Reflections on Kurt Cobain del que fuera mánager de Nirvana Danny Goldberg; el año pasado se presentó Kurt Cobain: Montage of Heck, el primer documental aprobado por su familia.

En 2015 se supo que su «nido de amor» con su pareja, Courtney Love, en Los Ángeles se alquilaba; y en 2014 París acogía una exposición de su última sesión de fotos.

Su hija, Frances Bean Cobain, fruto de su relación con Love, era una bebé cuando el artista falleció pero se ha encargado de mantener vivo el legado de su padre con cintas como Kurt Cobain: Montage of Heck, del que fue productora ejecutiva.

Pese a que han pasado 25 años, el nombre de Kurt Cobain sigue apareciendo de vez en cuando en las noticias por acciones o gestos relacionados con él.

Pero como ocurrió en el pasado con artistas como Elvis Presley y Marilyn Monroe si ha habido algo que ha contribuido a su enaltecimiento como leyenda han sido las múltiples teorías sobre su muerte.

A lo largo de este cuarto de siglo, algunos de sus fans han continuado especulando sobre su fallecimiento, pese a que las autoridades policiales establecieron que se trató de un suicidio.

Uno de los motivos de esos rumores es el mensaje que dejó escrito antes de morir.
Una simple búsqueda por internet arroja múltiples páginas web en las que se aborda si la nota manuscrita incluye la escritura de más de una sola persona aparte de Cobain.

Además, algunos fans sostienen que hasta que no se llega a las últimas líneas de esa «carta de suicidio» el mensaje de Cobain parece más un anuncio de que planeaba abandonar la banda que de acabar con su vida.

Y eso, pese a que en su día, la Policía concluyó que el cantante había pasado sus últimas horas solo y falleció de la herida de disparo que él mismo se infligió.

El diario 'The Seattle Times' recordaba que los investigadores habían pasado más de 200 horas interrogando a su familia y amigos, así como al «camello» que le vendía heroína y a otras personas.

De acuerdo a este rotativo, incluso llegaron a contar con la ayuda de un grafólogo para asegurarse de que la letra de la carta de suicidio era la suya.

Pese a esta conclusión, algunos investigadores del caso, incluido un detective contratado por Love para buscarlo cuando desapareció, subrayaron una serie de cabos que quedaron sueltos en la investigación, que han ayudado a alimentar las teorías conspiratorias sobre su muerte.

Sea como fuere, el Kurt Kobain hombre y no el personaje ponía fin a una vida después de reconocer que había dejado de apasionarse, como él mismo decía en sus palabras póstumas: «Se me ha acabado la pasión y recordad que es mejor quemarse que apagarse lentamente».