El confinamiento y la propia pandemia del COVID-19 inhiben el deseo sexual tanto dentro como fuera de la pareja. | Pixabay

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El confinamiento y la propia pandemia del COVID-19 inhiben el deseo sexual tanto dentro como fuera de la pareja, un fenómeno que perdurará, salvo en los más jóvenes, más allá del fin de la cuarentena, ha explicado el vicepresidente de la Sociedad Catalana de Sexología, Antonio Bolinches.

El psicólogo clínico y terapeuta de pareja ha señalado que el temor a contagiar o a que nos contagien nos llevará a ser más «evitativos» con la sexualidad y a preferir la autosatisfacción o el sexo cibernético.

«Como consecuencia de los consejos de distanciamiento social, durante un tiempo se le dará una importancia relativa a la sexualidad. Del mismo modo que hay una crisis económica que tendremos que superar, también habrá una crisis de confianza con lo que respecta al contacto físico», ha afirmado el autor de «Sexo sabio» o «El secreto de la autoestima».

Se producirá, ha explicado, una «asepsia comunicativa» con consecuencias también en la sexualidad.

¿Dejará entonces la gente de enamorarse y acostarse con extraños? Para Bolinches, en el tiempo «inmediatamente posterior» a la crisis del COVID-19 «sí habrá una repercusión evitativa no solo a la sexualidad, sino a la afectividad y a todo tipo de contacto interpersonal».

«En situaciones críticas lo que cobra valor es la salud y la calidad de vida. Incluso diría que si a muchos les dicen que se inmunizarán de COVID-19 si están un año sin sexo lo tomarían sin dudarlo», ha añadido.

De esa retracción ante la sexualidad, Antonio Bolinches deja a un lado a los más jóvenes, porque «tienen menos concienciación» y, sobre todo, «una sexualidad efervescente».
«Además, saben que por su edad corren menos peligro», ha añadido Bolinches, quien ha apostado porque los menores de 30 años «serán los primeros en retomar la normalidad sexual».

Otra historia, ha destacado, será la sexualidad en las parejas, un asunto sobre el que influirá las distintas visiones sobre la gestión de la pandemia de sus miembros, que, por precaución o a consecuencia de un contagio, ya están en muchos casos durmiendo separadas.

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«No tengo duda de que a quien más va a afectar es a las parejas. Como ya se ha dicho estos días, los divorcios crecerán», ha afirmado.

Según su estimación, el 20 % de las parejas que se han confinado juntas romperá su relación tras la cuarentena por desgaste previo o decepción sobre la gestión de la crisis entre ambos.

«El otro 80 % se reparte entre una minoría que se habrá fortalecido y el resto de parejas que habrán quedado tocadas, pero podrán ir recomponiéndose progresivamente, en algunos casos necesitando terapia», ha añadido.

Y todo ello porque «el confinamiento genera tensión, frustración, ansiedad y malestar psicológico, que no son facilitadores de la sexualidad», ha señalado.

Además, estos días hay menos abrazos, menos besos y en cambio más roces, incluidas discrepancias sobre cómo gestionar la cuarentena y las salidas a la calle, el teletrabajo o el cuidado de los niños, si los hay.

Preguntado sobre si tras el COVID-19 hay que esperar un cambio en la generalización de medidas de protección sexual, como el que hubo a consecuencia del sida en los años ochenta del siglo pasado, Bolinches ha afirmado que no se pueden comparar.

«El sida se transmitía básicamente por vía sexual, y por eso provocaba miedos sobre la sexualidad a un gran número de personas que sabían que todo se basaba en una buena protección. Pero el COVID-19 no tiene como principal canal de transmisión el sexo», ha explicado.

«El sida descargó el peso del miedo en el sexo, mientras que el coronavirus lo hace en el contacto interpersonal, y de ahí que se generará la necesidad de mantener durante un tiempo el distanciamiento social», ha añadido.