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Dos islas de menos de 10 metros cuadrados ubicadas en el arrecife coralino de Okinotorishima a 1.600 kilómetros de Tokio y situada entre Taiwán y la isla de Guam, territorio propiedad de Estados Unidos, le ha costado a Japón aproximadamente 600 millones de dólares desde 1980 para protegerlas.

Su importancia radica en que constituyen una Zona Económica Exclusiva (ZEE) para Japón, ya que el terreno posee exuberantes áreas de pesca, yacimientos de petróleo potencialmente grandes, diferentes recursos energéticos y hasta metales raros.

Esta consideración le ha generado varias disputas con China, que pretende que pierda su estatus de isla, ya que entonces no podría ser una ZEE. Otros países también reclaman bajo el amparo del Derecho Internacional que deje de considerarsele un islote.

Desde Pekín defienden que Okinotorishima está formado por rocas inhabitables, por lo que los japoneses no podrían aumentar su Zona Económica Exclusiva. La convención de las Naciones Unidas sobre las leyes marítimas define isla como «un área de tierra formada naturalmente, rodeada de agua, y que está sobre el agua durante la marea alta», sin embargo, también dispone que «las rocas que no puedan sostener la habitabilidad humana o la vida económica por sí mismas no tendrán una zona económica exclusiva».

Para conseguir la categoría de isla, Japón ha creado un proyecto por el que se formarán islas artificiales en la zona con arena y cemento, aunque evitando los arrecifes de coral que tienen su espacio debajo del mar. Este plan ha conseguido que el país asiático pueda seguir utilizando Okinotorishima como ZEE.

Japón ha construido un rompeolas de acero y cubiertas de cemento para impedir que los islotes se erosionen. Además, un tercer islote está protegido de los cascotes originados por las rocas al estar cubierto por una red de titanio. También se levantó un observatorio de tres alturas con el que se realizan los seguimientos de los barcos en esa zona y recoge toda la información del área. En 2016, invirtieron 100 millones de dólares para reconstruir un puesto de observación en el atolón.