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Son muchos los gatos que, independientemente de su raza o pelaje, tienen las patitas blancas. También ocurre en otros animales, como los caballos, los hamsters o los ciervos, pero sobre todo en los felinos.

Como informa Gizmodo, este fenómeno se llama piebaldismo, y es de origen genético. En realidad se trata de una mutación en el gen KIT. La proteína asociada a él es fundamental en la diferenciación, proliferación y migración de los melanoblastos, las células precursoras de los melanocitos, a la epidermis.

Cuando el animal es aún un embrión en el vientre materno, los melanocitos se multiplican y migran hacia la piel, donde darán al pelo su color definitivo. Cuando los gatos tienen piebaldismo, los melanocitos no se extienden de manera uniforme por toda la piel, como cuando el gen se desarrolla normalmente. En el caso de los gatos, esas zonas de la piel a la que no llega la pigmentación suelen ser las patas, porque es la zona más alejada de la espina dorsal, donde se forman los melanoblastos.

Aunque al principio se creía que los melanocitos no llegaban a todas las partes del cuerpo de los gatos por no tener suficiente rapidez, pero en realidad es por la tasa de replicación: el animal con piebaldismo no logra que se multipliquen los suficientes melanocitos como para que toda su piel quede cubierta.