El ejemplar, con apenas 22 días, es más pequeño que una gota de agua.

TW
0

Durante 23 años, Manolo Galván ha llevado su propio puesto de pescado en el Mercat de l’Olivar. Hace dos años dejó su pescadería para dedicarse a servir pescados a grandes embarcaciones y yates de lujo. Ahora ha ampliado su actividad y ha decidido dedicarse a la cría de caracoles, llamada helicicultura, aplicando criterios ecológicos.

El pasado viernes, Galván realizó la suelta de 800.000 crías de caracoles, en lo que es su granja de caracoles ecológicos de Son Ferriol, que acaba de poner en marcha. «Dejé el puesto de pescado del Mercat por agotamiento y ganas de cambio. Desde entonces tengo una muy buena clientela en el sector náutico, pero quería buscar algo más y que pudiera combinar con mi trabajo».

Acondicionar el terreno

Durante seis meses, este mallorquín de 55 años de edad ha estado trabajando un terreno de 3.000 metros cuadrados en Son Ferriol para criar de forma ecológica sus caracoles bover. «Al principio busqué por internet criaderos de marisco, mejillones, etc, siempre del sector primario, y como la licencia fiscal de pescaderos permite vender caracoles, lo estudié y lo vi viable». Tras buscar localizaciones en varios pueblos, finalmente encontró lo que necesitaba en un viejo invernadero de Son Ferriol, donde la estructura y el entorno natural le permiten llevar a cabo su proyecto. «Durante este tiempo me fui informando, tanto por internet como hablando con el Consell Balear de la Producció Agrària Ecològica (CBPAE) y consultando el BOE, para saber lo que necesitaba para montar una granja ecológica de caracoles».

Tras preparar el terreno y un pequeño huerto donde siembra semillas ecológicas y un plantel de acelgas, espinacas, lechugas, tréboles y otras plantas con las que alimentar a los pequeños moluscos, instaló un sistema de riego por aspersores. «He aprendido a hacer de fontanero, albañil y agricultor. Me paso un montón de horas aquí, pero disfruto mucho».

Con unas tejas, Manolo Galván prepara cobijo para las crías. «La suelta la realizaremos sobre estas tejas al caer la tarde y con la vegetación húmeda para que ellos mismos vayan expandiéndose y comiencen a engordar». Los caracoles tienen apenas 22 días y son más pequeños que una gota de agua. Han llegado perfectamente, desde una granja ecológica de Castilla León, en pequeñas cajas de cartón. El objetivo de Galván no es sólo vender a restaurantes, aunque en España la demanda de caracoles con destino a la hostelería supera a la oferta existente. «Quiero que también puedan venir los particulares a ver la granja y comprar directamente los caracoles». Para los próximos meses de junio o julio ya habrán crecido y se podrán consumir.

GRANJA DE CARACOLES ECOLOGICOS EN SON FERRIOL.
Galván, montando cobijo para las crías de caracoles entre la vegetación.

Una variedad apreciada

El caracol bover o Helix aspersa es una variedad muy apreciada en la gastronomía mediterránea. Se caracteriza por el sabor y la textura de su baba, también utilizada en productos de cosmética. Para su consumo, se recolecta o se cría en granjas especiales. El caracol es capaz de adaptarse sin problema a diferentes climas y se reproduce con facilidad. En el caso del caracol ecológico posee una cáscara más resistente, por tanto su limpieza y manipulación es mucho más fácil y no se producen roturas. «Son caracoles muy activos, sobre todo al caer el sol, por eso he preparado estos refugios de tejas, que cambiaré a otro tipo de placas para cuando sean más grandes. De todos modos tendrán 3.000 metros cuadrados para campar a sus anchas y con una alimentación muy cuidada», señala Galván.

En unos tres o cuatro años Manolo Galván tendrá su propia camada de caracoles ecológicos.

Caracol de la variedad ‘bover’

El caracol bover, en el que se centra la actividad de esta granja, es una especie de molusco gasterópodo pulmonado de la familia Helicidae, de vida terrestre. Es una de las varias especies del género Helix, muy similares. Es originario de Europa, pero vive en muchas otras zonas. Su cuerpo es de hasta 8 cm de largo. Es de hábitos crepusculares y nocturnos, aunque en lugares húmedos en penumbra y en días de lluvia también es activo de día. En época de sequía se esconde dentro de la concha y se encierra elaborando un tapón llamado epifragma.