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El famoso escritor argentino Jorge Luis Borges decía que “el verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo”. Así que si seguimos su sabio consejo pronto nos daremos cuenta de que obligar a los niños a que lean nunca es el camino.

En la actualidad las pantallas han colocado en un segundo plano a los libros. De hecho, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha señalado que más del 35% de la población española no lee nada o casi nada. Sin embargo, la afición a la lectura es una de las acciones que más beneficios puede reportar a los más pequeños y a la que más provecho se le puede seguir sacando en la edad adulta.

Según la Sociedad Española de Neurología (SEN) leer desde una edad temprana “estimula la actividad cerebral y fortalece las conexiones neuronales, favoreciendo un mejor desarrollo afectivo y psicológico en los niños”. A lo que hay que sumar que “les da la oportunidad a niños y adolescentes a experimentar sensaciones y sentimientos con los que disfrutan, maduran y aprenden; con los libros ríen, sueñan y viajan a otros mundos”.

Leer, por tanto, aporta infinitas ventajas: potencia el desarrollo de la imaginación, ayuda al niño a aprender, mejora la comprensión lectora, aumenta la riqueza del lenguaje, favorece la gestión emocional, desarrolla la capacidad de concentración y la memoria, y aumenta el rendimiento académico, entre otras.

¿Cómo fomentar este hábito entre los más pequeños para que crezca su amor por los libros? Hace algún tiempo Brains International School ofrecía un decálogo de consejos para impulsar el gusto por la lectura desde casa:

El niño tiene capacidad crítica y se le debe dejar que él mismo seleccione los libros que quiere leer. La imposición es un mal camino para fomentar la lectura. Es aconsejable que los padres propongan a sus hijos libros que alimenten su curiosidad, pero en ningún momento se les puede prohibir u obligar a leer un libro u otro.

En este aspecto hay que ser asertivo y jugar con la recompensa para incentivar la lectura. Obligar al niño a leer un tiempo determinado cada día solo propiciará que el niño aborrezca la lectura y no la contemple como un pasatiempo o hobby.

Una gran dificultad a la hora de fomentar la lectura ha sido que los libros siempre han estado relacionados con el mundo académico. Enseñar la cara amable y lúdica de los libros y dejar que el niño acceda al mundo de la lectura por su propio pie es la mejor manera de favorecer su inquietud por la misma. Leer debe ser un acto placentero.

Resulta aconsejable dejar de lado el escritorio de habitación y buscar lugares que alimenten la imaginación. Muchos niños disfrutan, por ejemplo, leyendo en escondites o fuertes que se hacen en su propia habitación o en la casa y eso estimula aún más su imaginación.

Buscar un espacio y un tiempo diario para que el niño lo dedique a la lectura, como por ejemplo, antes de ir a dormir o justo después de la merienda. Crear un hábito y hacer que el niño ligue ese tiempo al disfrute es la mejor manera de potenciar la lectura.

La lectura y el mundo digital están cada día más y más ligados, con la llegada de las tablets y los móviles llegaron los libros interactivos en los que el niño construye su propia historia. Hay que tratar de adecuarse a las nuevas tecnologías y considerar que el papel y la tinta electrónica son capaces de convivir perfectamente.

La lectura puede ser vista como una manera de disfrutar y se tiene que desterrar la idea extendida de que la lectura es una forma de ocio solitaria. Hacer excursiones al campo para leer, ir al parque o aprovechar los domingos por la mañana para leer todos juntos en el sofá son pequeños gestos que tanto grandes como pequeños disfrutarán y que nos ayudarán a fomentar la lectura en casa.

La mejor manera de involucrarnos en las lecturas de nuestros hijos es interesarse proactivamente por los títulos, personajes y géneros favoritos de los mismos. Interesándonos por sus lecturas alentamos a nuestro hijo a continuar leyendo y a sentirse apreciado.

Con la lectura la imaginación se dispara y la mejor forma de dar salida a esta creatividad es promoviendo que el niño se siente a escribir. Además, con este tipo de actividades, los niños mejoran otros aspectos como la creatividad, la gramática y la ortografía, haciendo de su aprendizaje algo didáctico e interactivo.

El ejemplo es la mejor manera de promover la lectura de los más pequeños. Los niños buscan ejemplos en los que fijarse y los primeros modelos a seguir se encuentran en casa, no solo en los padres, sino también en los demás miembros de la familia.