Gabriel De la Cruz, trabajador en el restaurante-cafetería UMI. | Marina J. Ramos

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Los restaurantes de Mallorca están al límite. La subida de precios amenaza la rentabilidad de una muy buena temporada estival: algunas materias primas, como los aceites o algunas carnes han triplicado su precio en los últimos meses. Temerosos de perder clientela subiendo las tarifas de la carta, los restauradores se las ingenian variando la oferta gastronómica y asumiendo el cambio como temporal, a expensas de que la situación económica se regule de cara al invierno.

En este punto, muchos de los encargados de restaurantes o bares argumentan que son conscientes de que los mallorquines cada vez tienen menos dinero disponible, con salarios estancados y un coste de vida disparado: la cesta de compra se ha encarecido en la isla un 34, 7 % en lo que va de año según Consubal. Con ello, asumen que lo primero que se recorta en tiempos de crisis es en ocio. «Tenemos el menú del día a 14, 90 euros. Necesitaríamos subir precios para que fuera sostenible, pero tenemos miedo de perder clientes. Comprar en el supermercado es una necesidad, pero ir a comer a un restaurante, no», reconoce Ruth Vicente, encargada del restaurante GreenGo. En lo que va de año la factura de la luz les ha aumentado de 500 a 1.000 euros mensuales y una caja de 30 huevos les ha pasado de 3 a 5,50 euros, reduciendo al mínimo los beneficios.

Natalia Varela, camarera en el restaurante GreenGo.

Alternativas

Precisamente, para evitar subida de tarifas y posible pérdida de clientes, los restauradores de Mallorca están cambiando su oferta gastronómica, explica el presidente de Mallorca CAEB Restauración, Alfonso Robledo. En este sentido, se están reduciendo los fritos, ya que se consume mucha luz al cocinarlos y el aceite es muy caro, o carnes y pescados de calidad, ahora a precio de oro y cuyo almacenamiento en cámaras frigoríficas, también repercute en la factura de la luz. Es el caso del restaurante italiano La Bottega Di Michele. Su propietario y cocinero, Michele Caporale, se ha negado a subir precios en plena temporada alta: «Para no incrementar desmesuradamente el precio de algunos platos, los hemos quitado de la carta, como por ejemplo el solomillo de ternera». También han dejado de hacer pollo al ast en el restaurante-cafetería UMI: «Nos ha subido de dos a ocho euros desde que comenzó la guerra en Ucrania y lo hemos tenido que dejar de ofrecer. No tenía sentido tener pollo al ast a 14 euros», apunta Gabriel De la Cruz, trabajador del local.

Miquel Lliteras, encargado de Blat Madur.

Además de reducir la oferta, también se está optando en gran medida por cambiar el tipo de comidas: «Estamos haciendo cocina de recurso, con platos menos procesados como ensaladas o garbanzos, con alimentos más económicos y con menos gasto energético», apunta Miquel Lliteras, encargado de la cafetería-restaurante Blat Madur. Para ajustar números, el restaurante 80’s ha aumentado algunos céntimos el precio de las bebidas: las cervezas, por ejemplo, han pasado de 1,80 a 2,20 euros. Ello les permite mantener su propuesta de plato único con postre por apenas 6,90 euros, una oferta, la de un solo plato con postre, que ha experimentado un incremento de demanda con respecto al menú.

El precio medio de un menú del día en Mallorca oscila entre los 10 y los 12 euros; en el caso de Palma, asciende a unos 13 euros de media, convirtiéndolo en el tercero más caro de España, acuciado por el coste de la insularidad. El margen de maniobra para los restaurantes les deja maniatados y abocados a plantear subidas de precio a un ya de por sí caro menú del día.