Harrison Ford es Rick Deckard, un nombre que imita al de René Descartes.

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Cuando hablamos de cine filosófico se suele pensar en esas películas raras, extrañas, que dan dolor de cabeza. Razón no les falta a quienes piensan esto, pero lo cierto es que las películas con contenido filosófico están mucho más repartidas de lo que pudiéramos pensar a simple vista. Ya sea por tratar una temática de manera abierta y clara o por colocarla como telón de fondo de la acción, muchos títulos del séptimo arte pueden entrar como películas filosóficas y pueden verse sin necesidad de ser expertos en Nietzsche o en Godard. En el Día Mundial de la Filosofía proponemos una lista de cintas accesibles y que tocan varias ramas de la disciplina de Platón.

Empezamos por algunas de las más famosas.: El nombre de la rosa. Se trata, probablemente, de una de las películas de su género más reconocidas como filosóficas. Envuelta en un aura de misterio por la muerte de un monje, Guillermo de Baskerville (interpretado por Seann Connery) viaja hasta una abadía en la que las reflexiones sobre el lenguaje que derivan hasta teorías como el nominalismo, la fe y el miedo en una multipremiada cinta que puede verse tanto en Netflix como en Filmin.

'El nombre de la rosa' es una de las cintas más filosóficas que puede haber.

El lenguaje es, quizá, todavía más vital en La llegada (disponible en Movistar Plus), la cinta de Denis Villeneuve interpretada por Amy Adams que, sin mencionarlo abiertamente, se basa en algunas ideas de Ludwig Wittgenstein sobre cómo los límites de nuestro mundo, de nuestra realidad, son, a fin de cuentas, los límites de lo que podemos decir a través de nuestro lenguaje, y plantea la interesantísima pregunta de qué pasaría si pudiéramos hablar y decir las cosas de una manera diferente, ¿sería el mundo también diferente?.

Otra de las pelis más referenciadas como cine filosófico es El séptimo sello (Filmin), una de las obras cumbres de la filmografía de Ingmar Bergman en la que su protagonista, interpretado por Max von Sydow, tiene un encuentro con la muerte misma, con la que juega una mítica partida de ajedrez que sabe que no puede ganar. Una bella reflexión sobre la creencia en Dios, la vida, la muerte y las cosas que importan realmente.

'Estiu 1993', de Carla Simón, una bella cinta sobre las pequeñas cosas.

Y de Bergman a Asimov. Bueno, no exactamente. El padre de las leyes de la robótica inspiró la cinta Yo, robot (Disney), que comparte muchas temáticas con Blade Runner (HBO Max), que adapta un título de Philip K. Dick (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?). En Yo, robot, Will Smith se enfunda en la piel de un detective que investiga, de nuevo, una misteriosa muerte. En esta ocasión, la de un científico padre de las últimas versiones de una línea de robots de última generación. Las reflexiones sobre la identidad y qué constituye una conciencia están presentes durante toda la cinta, haciendo dudar sobre qué nos hace humanos.

Similar, aunque mejor, Blade Runner también se mete de lleno en el noir para seguir los pasos detectivescos de Rick Deckard detrás de unos replicantes, robots de aspecto humano que imitan casi a la perfección a las personas. Los pensamientos sobre qué constituye la humanidad y qué nos hacen personas están más que presentes, con preciosas frases y una música sobresaliente (creada nada menos que por Vangelis). Como curiosidad, las teorías filosóficas no solo aparecen de fondo, sino que hay una clara referencia a uno de los padres del dualismo y la conciencia esencialista, René Descartes, ya que el nombre de Deckard es un homófono de Descartes, es decir, se pronuncia exactamente igual.

Si hay un filósofo en concreto que ha logrado llegar a la cultura popular con mucha fuerza ese es Friedrich Nietzsche. El alemán ha logrado traspasar las puertas de los despachos y ha llegado a las calles y, también, a las salas de cine. La soga (Filmin), de Alfred Hitchcock, es uno de los grandes ejemplos que tratan algunas de las teorías nietzscheanas y, no solo eso, sino que discute varias interpretaciones a través de una disparatada comedia teatral en la que la muerte, la superioridad moral y la ética son puestas sobre una mesa de fiesta que esconde un secreto.

Y pasamos del rey del suspense a un clásico moderno, El club de la lucha (HBO Max, Prime Video y Disney), de David Fincher, con un eléctrico Brad Pitt y un icónico Edward Norton que, de nuevo, ponen en duda los principios de la sociedad consumista a través de algunas ideas nietzscheanas y maquiavélicas, como que el fin justifica los medios, la revolución o el nihilismo.

'El club de la lucha', una reflexión sobre el consumismo y los valores de la sociedad moderna.

Y si en la anterior es también muy importante la psicología, esta juega un papel fundamental en la primera cinta española de la lista (aunque no la única): Los amantes del círculo polar (FlixOlé), del siempre enigmático Julio Médem, es una bella metáfora de cómo las personas se afectan las unas a las otras y de cómo, a veces, es imposible tapar las huellas que alguien puede crear en nosotros. Una idea que también se explora en ¡Olvídate de mí! (en alquiler en Apple TV y Google Play), que ahonda en los límites del amor.

Najwa Nimri y Fele Martínez, los protagonistas de 'Los amantes del círculo polar'.

La reciente Estiu 1993 (RTVE), de Carla Simón, es también uno de esos proyectos que se basan en lo cotidiano, lo cercano, porque no es necesario, a veces, contar grandes historias para hablar de los grandes temas. La muerte está presente, pero, sobre todo, el duelo y los cuidados, el respeto, la ternura y el amor. La vulnerabilidad, básicamente, es lo que ordena esta bella cinta.

En las distancias cortas se mueve también Call me by your name (Netflix y HBO Max), donde el omnipresente Timothée Chalamet explora su sexualidad a través de una intensa, pero corta relación con Oliver (Armie Hammer). Todo este amor estival es, en realidad, una excusa para hablar de los cambios, la transformación, la madurez y la constitución de la personalidad. Y lo hace con un armatoste filosófico sorprendentemente bien elaborado a través de la figura de Heráclito y su famosa máxima ‘uno no puede bañarse dos veces en el mismo río’.

Y, para acabar, tres propuestas para niños (y no tan niños). Pixar nos regaló con su primera producción una de las mejores cintas de animación de todos los tiempos: Toy Story (Disney), en la que la amistad, un tema filosófico de alto nivel, es lo más importante. Y desde Japón llegan dos joyas del maestro Miyazaki y el Estudio Ghibli: El viaje de Chihiro y El castillo en el cielo (ambas en Netflix). La primera, un clásico de dibujos sobre la madurez y el consumismo que critica de forma velada el sistema capitalista; la segunda, una hermosa reflexión sobre la importancia del pasado, de nuestras raíces, y un alegato en favor de la naturaleza y en contra de su destrucción.