La tendencia al alza comenzó a manifestarse en 2018. | Redacción Local

TW
1

La pandemia ha acelerado el número de suicidios en España hasta un 5,5 % en tres años, especialmente de personas de mediana edad y residentes en grandes ciudades y capitales de provincia, pero sobre todo de migrantes, grupo en el que el incremento roza el 25 % frente al 6,5 % de los nacidos en España. El informe «Evolución del suicidio en España en este milenio (2000-2021)», realizado por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), del Centro de Investigación Biomédica en Red Salud Mental (Cibersam) y del hospital del Mar de Barcelona, advierte de que el número de suicidios en España «se va acercando peligrosamente a la media mundial marcada por la OMS».

«Las noticias no son buenas: el suicidio, lejos de disminuir, como es deseable y hemos destinado muchos esfuerzos, está aumentando. Lo estaba haciendo antes de la pandemia, y después lo está haciendo de modo muy significativo», ha sintetizado en su presentación José Luis Ayuso, catedrático en Psiquiatría y Director del Centro Colaborador de la OMS para Investigación y Formación en Servicios de Salud Mental en la Universidad Autónoma de Madrid.

En concreto, la tendencia al alza comenzó a manifestarse en 2018; desde entonces y hasta 2021, el crecimiento global ha sido del 6,4 %, y se ha dado tanto en hombres como en mujeres nacidos en España o en otro país, según los datos que ha expuesto Alejandro de la Torre, investigador principal del estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental. Por sexos, el incremento anual en hombres ha sido del 6.7 % entre 2018-2021 (un 3,7 % entre 2019-2021); en el caso de las mujeres ha sido del 6.5 % para el primer periodo y del 5,3 % en el segundo, lo que muestra un crecimiento más uniforme en hombres a lo largo de los años de la pandemia y más acusado en mujeres en 2020. Según el país de origen, el aumento anual alcanza el 6,5 % en el trienio 2018-2021 para las personas nacidas en España, pero del 24,3 % en la población migrante que es, sin duda, «el grupo social más afectado por la pandemia».

La última foto fija del suicidio en España es de 2021, cuando según los datos oficiales del INE en los que se apoya este estudio se quitaron la vida 4.003 personas. Once al día. Así, la tasa de mortalidad por esta causa ascendió a 8,45 fallecidos por cada 100.000 habitantes, una cifra que roza ya la media mundial de 9 que ha establecido la OMS y que acerca a España a los países con las mayores cifras como son Estados Unidos, Canadá o los países escandinavos.

Tres de cada cuatro personas que se suicidaron fueron hombres (2.982); la mitad (2.016) de los fallecidos tenía entre 40-64 años, franja con la que además la pandemia se cebó más, ya que el crecimiento de los suicidios en estas edades ha sido del 7,7 %. «Especulamos que las medidas de control de la expansión del virus (ej., cierre de servicios en momentos iniciales de la pandemia, medidas de distancia social, dificultades económicas derivas, etc.) podrían estar detrás de este efecto», señalan los autores. Del resto, un 31 % tenía más de 65, un 13,8 % de 25 a 39 años y un 5 % entre 10 y 24 años. La inmensa mayoría, el 87 % (3.490) nacieron en España y el resto (12,7 %) en otros países.

Un tercio (32 %) de los fallecidos en 2021 vivían en capitales de provincia, y casi un cuarto en zonas rurales (municipios de menos de 10.000 habitantes) o municipios urbanos de entre 10.001-50.000 habitantes (24.6% y 24.7%, respectivamente). El resto residía en ciudades grandes (pero no capitales de provincia) de más de 50.000 habitantes. Las mayores subidas con la pandemia se han dado precisamente en los residentes en grandes urbes y capitales de provincia, en concreto del 10,9 % y del 6 %. Siendo así, ¿cómo es posible que provincias como Madrid tenga la segunda tasa más baja, después de Guadalajara (4.52 y 5.3/100.000 hab, respectivamente), cuando otras más despobladas como Lugo (15,6 %) o Zamora (14.2 %) tienen las más altas?

Los investigadores han citado varias razones, una de ellas, que Madrid tiene mayor porcentaje de población joven no de riesgo. También entra dentro «de la especulación» el nivel de restricciones porque, según De la Torre, sí que se ha notado que, «cuanto más duras han sido, mayores son las tasas, pero demostrarlo es muy difícil». El aumento de los casos se dio en todos los meses del año, exceptuando enero y agosto; pero ese año repitió el mismo patrón de los anteriores, y es «un claro aumento de la mortalidad por suicidio en los meses de verano»: solo en julio de 2021, se superaron los 400 muertos. Dicho efecto estacional no es exclusivo del suicidio, sino que también se da en otros «procesos y conductas relativamente similares» y especialmente las de carácter violento, que se agudizan con el calor.

Ante este panorama, los expertos auguran que «las expectativas no son nada prometedoras» y así invitan a pensarlo los primeros datos provisionales del INE correspondientes al primer semestre de 2022 y según los cuales, el suicidio se mantuvo como primera causa de muerte externa, con 2.015 fallecimientos, un 5,1 % más que en el mismo periodo del año anterior. «Todas y cada una de estas muertes podía haber sido evitadas», ha censurado Víctor Pérez, director Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar (INAD) y catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y no solo muertes: también se podría haber evitado «un sufrimiento profundo» al entorno del fallecido, entre 15 y 20 personas de media. Los expertos piden no olvidar además que una de cada cinco personas que intenta suicidarse y no lo consigue volverá a intentarlo, por lo que urgen medidas de calado para mitigar este problema. «Hablar del suicidio no mata, lo que mata es ignorarlo», ha concluido Pérez.