La carrera de obstáculos de un bebé prematuro operado del corazón en pleno apagón eléctrico nacional

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Tenía prisa por nacer. Llegó al mundo dos meses antes de lo previsto y, desde entonces, su vida ha sido una carrera de obstáculos. El último: una operación por una malformación en su corazón, con solo 21 días de vida, todo un reto para el Hospital de Burgos, abordado en colaboración con el 12 de Octubre de Madrid, en pleno apagón del 28 de abril.

"Fue justo nada más operarle. Cuando pudimos entrar a verle, se fue la luz del pasillo. Tampoco había luz en la calle, pero aquí los generadores permiten que todo siga funcionando con normalidad", ha explicado a Ana, mamá de este bebé prematuro que ahora tiene dos fechas para celebrar su nacimiento.

El pequeño se ha convertido en el protagonista de un nuevo éxito médico: una intervención para corregir un ductus arterioso persistente, es decir, para cerrar una abertura de los vasos sanguíneos principales que salen del corazón, la aorta y la arteria pulmonar y que puede causar una insuficiencia cardíaca.

Ana asume que un niño prematuro es "una carrera de fondo". Nació el 3 de abril, por cesárea de urgencia, y al segundo día "se puso bastante malito pero gracias a los médicos del Hospital Universitario de Burgos (HUBU), que obraron un milagro, hoy cuentan con él", afirma. Y ahora ha superado el segundo bache.

Reto médico

La intervención quirúrgica se ha llevado a cabo entre dos cirujanas del Servicio de Cirugía Cardíaca del Hospital 12 de Octubre, que se desplazaron hasta Burgos, y profesionales de médicos y de enfermería de los servicios de Neonatos, Cardiología Infantil, Anestesia y Quirófanos, bajo la coordinación de la doctora Cristina Frutos.

Lorena María, del servicio de Anestesiología del Hospital de Burgos, ha explicado que para ellos este tipo de operaciones suponen un reto, porque si bien realizan cirugía pediátrica y de neonatos -y están formados para ello- no es habitual que hagan cirugías cardíacas infantiles, y menos en bebés tan pequeños.

"Un paciente neonato es un reto para cualquier anestesista porque no es un adulto pequeño", matiza María, así que a la hora de dormirle y mantenerlo estable hay que ajustar muy bien la medicación, atendiendo a las propias características del bebé, su patología y su evolución.

Daniel Robador, también anestesista del HUBU, recuerda que en los niños prematuros todavía no están formados todos los órganos, no realizan una función normal, y eso hay que tenerlo en cuenta. De hecho, el ductus se cierra de manera natural tras el nacimiento, pero cuando no lo hace, es necesario intervenir.

El tratamiento habitual es farmacológico, pero cuando no funciona toca operar: si el niño pesa más de 1,5 kilos, se hace un cateterismo, pero en bebés de menos peso se hace una ligadura, como la que tuvieron que practicar en Burgos, pues el pequeño pesaba 600 gramos, así que el nivel de exigencia es mucho mayor.

Buena colaboración, buena comunicación

A estos bebés no se les puede mover, de ahí que la intervención se haya hecho en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del HUBU y hayan sido las cirujanas de Madrid las que se hayan trasladado, dentro del protocolo de colaboración, impulsado por el anestesista Rubén Ferreras, que trabajó en el 12 de Octubre.

"Mover el tubo un milímetro puede generar alguna complicación", ha apuntado Robador, en una intervención en la que la comunicación entre cirujanos y anestesistas es fundamental, pues "estamos hablando de unos espacios mínimos", ha recordado el jefe de Anestesia, el doctor Juan Manuel Vicente.

Vicente reconoce, eso sí, que cuando todo sale bien "enseguida se ve el resultado, porque le cambia el color al bebé", y es que, ligando el ductus, deja de mezclarse la sangre oxigenada con la no oxigenada, mejora la saturación, y pulmones y corazón vuelven a funcionar a la perfección.