Las mascarillas han hecho aflorar lamberones1 de toda grey que por adulación o vaya usted a saber, se han procurado la vecindad de quien les podría poner en el camino de la riqueza fácil. ¿Qué para eso hay que defraudar a la hacienda pública? ¡Bueno y qué! Una vez que se huelen los billetes de 500 euros algunos se vuelven locos, peor que el personaje del Buscón de Quevedo. Mientras tanto hay personas que dicen, amparados tras el cargo que ocupan, que «hay algo turbio de todos los poderes del Estado contra mi novio». Pues no sé señora. Lo que ya me parece como de ciencia ficción es la afirmación de que es hacienda quien le debe 600.000 euros a su pareja. Quiero pensar que se refiere al dinero de multa ya pagada por los hechos investigados de no tributar entre 2020 y 2021 como afirman los que lo han investigado basándose en el expediente de los inspectores de hacienda. Al menos así se ha publicado.
El Buscón de Quevedo ya demostró en sus correrías por Alcalá de Henares, Madrid, Toledo o Sevilla que entre la gente de su manada el que no corría, volaba y que el más tonto hacía relojes. Dos frases que 398 años después no han perdido vigencia.
Quienes hemos triscado largamente por esos montes de dios, aprendimos que una herida sangrante en zona de lobos puede ser muy peligrosa porque el lobo huele la sangre a kilómetros y el lobo sabe que una herida siempre es sinónimo de debilidad. Los lamberones que están a la que salta siempre dispuestos a llenarse los bolsillos con dinero abundante y fácil, también les llegan los efluvios del euro como al lobo la sangre.
Alguien equivocado acuñó las frases de que en España «no cabía un chorizo más» o «que no había pan para tanto chorizo». Desde que se publicó «El Buscón», como ya dije los años que han pasado, es que no hemos parado en nuestra producción de «chorizos» que se suelen basar para llevar a cabo sus tropelías en ser consumados lamberones. Lo demás viene por añadidura, sobre todo cuando consiguen la aproximación tentadora de «que dios les ha puesto donde haya». Del «trinque» ya se cuidan ellos y con ser tantos los buscones estoy por asegurar que no están todos los que son; no hay más que abrir un telediario o dar una ojeada a la presa diaria para descubrir que no resulta fácil hacer un listado del choriceo hispano.
1 El diccionario de autoridades dice que lamberón es voz antigua... en ese sentido lo recoge Moliner y lo cita Corominas (se dice del adulador por antonomasia).
]]>Lo de los asesores es otro mundillo muy oculto para el confiado votante que ignora que no es el político que ha votado el que va a intentar resolver sus problemas. Se sorprendería si supiera que su problema está en lo que un asesor que no conoce, decida. Algunos aprovechan muy bien que el Pisuerga pasa por Valladolid para hacer su agosto.
Pocas cosas son más tristes que enriquecerse a cuenta de unas mascarillas imprescindibles en una dura pandemia que causaba centenares de muertos diarios. Esa pandemia de chorizos forman parte de la pandemia de los corruptos de este país que degradan el noble oficio de la política convirtiéndola en hábitat hostil con una corrupción sistemática que el parlamento se ha mostrado al día de la fecha como un organismo incapaz de erradicar, por ejemplo aligerando los interminables sumarios y borrando la figura procesal del «ha prescrito» y también por supuesto endureciendo las sanciones hasta llegar a ese punto necesario para que el sinvergüenza de turno se lo piense dos veces. Mientras tanto, el tal Koldo anda de la ceca a la meca como aquellos otros que se embolsaron más de seis millones de euros y siguen en la calle en lugar de estar en la cárcel para unos cuantos años. El llamado caso Koldo tiene todo un abanico de investigados a cuenta de unas mascarillas que le sirvieron para «forrarse».
Otro caso sangrante, por poner algún ejemplo, es el caso de la familia Pujol, que estas son las horas en las que el personal ya no sabe si son presuntos corruptos o presuntos «ángeles de la guarda». ¿Pero no habíamos quedado que todos somos iguales ante la ley?
Cada vez que veo cómo les va a los que les va la justicia francamente bien, aunque solo sea a los bienaventurados del «ha prescrito», pues qué quieren que les diga, a ver cómo libran de sus tropelías algunos. Me pregunto cómo es posible que haya algún «pez» gordo en la cárcel. Por cierto, ¿qué ha sido de un tal Luis Medina, Francisco Luceño o aquel hermano de una presidenta?
]]>En mayo de 1961, cuando vivía en Milán Piero Manzoni, envasó en unas pequeñas latas (90 en total) 30 gramos por lata con sus propios excrementos que firmó y etiquetó en italiano, francés, inglés, alemán y español: «merda de artista», «merde d’artiste», «artist’s shit», «künstlerscheife» y «mierda de artista». Cada lata se cotizó a 22.350 libras. Luego algunos las recompraron a los que habían adquirido alguna llegándose a pagar 100.000 euros; una superó los 200.000 euros, la obra se llamó «Mierda». Más de 33 millones de pesetas se han llegado a pagar por… ¡una mierda!
Una esperada exposición en un país europeo donde la prensa se había volcado ponderándola, tuvo que ser clausurada antes de inaugurarse a toda prisa cuando los organizadores descubrieron que algunas de aquellas «maravillosas obras» las habían pintado las mujeres de la limpieza a escobazos. Eso lo trajo consigo la imprudencia de liberar el arte de todas las restricciones. Fíjense en el siguiente caso, creo que me sucedió en una exposición que vi en Mahón. Recuerdo con absoluta nitidez aquella tela enmarcada sin dibujo ni pintura, no tenía nada que mirar porque no tenía nada para poder ver. El título era «falta de inspiración». ¿Era eso la máxima expresión de la pintura minimalista? (1). Otro «nota» de los que puede afirmarse que gracias a eso del todo vale han hecho bueno aquello de que el más tonto hace relojes. Por imitación, que es como hacen normalmente los monos, hubo un individuo que acostumbró a un chimpancé a pegarle brochazos de pintura a un lienzo, de manera que cuando tenía una tela o una tabla bien enfangada de pintura de varios colores, la dejaba secar y la vendía como obra de arte.
He podido constatar a fuerza de ver pinacotecas y salas de exposiciones y leer multitud de libros sobre el arte pictórico, que algunas afirmaciones de algunos catálogos alabando y poniendo frases grandilocuentes sobre un cuadro o varios a la vez, no son otra cosa, en puridad, que «flatulencias verbales» de críticos de los que están de acuerdo en que en el arte todo vale. Lo que no es otra cosa que un profundo desconocimiento del verdadero arte.
Estos días podemos ver la maravillosa maestría de Isabel Quintanilla en el museo Thyssen de Madrid. Por cierto, en el Reina Sofía exponen lo que algunos han anunciado como la «Magia de Tàpies». No pienso ir a ver «eso» ni aunque me pagaran por ello. De algunas cosas de Tápies reconozco que me falta coraje para calificarlo como arte, sobre todo al verle cómo trabajaba. Lo tengo en una cinta de vídeo guardada, donde se ve a Tàpies con un lienzo o tabla de gran formato en el suelo, mojando una escoba o fregona en un cubo de pintura negra chorreando goterones por doquier mientras creaba a escobazos una de sus «obras de arte» (arte lo llaman a eso algunos). No sé por qué me viene a la memoria la frase de Rafael Ortega «el Gallo» cuando le presentaron al filósofo José Ortega y Gasset y al conocer a qué se dedicaba dijo: «¡es que hay gente pa tó!». Allá cada cual, aunque me gustaría saber qué diría de todo esto «el Gallo» si levantase la cabeza. El colmo es haberlo calificado como uno de los artistas europeos más importantes de la segunda mitad del siglo XX lo que en mi opinión no es cierto en absoluto. Y después de ver en el Thyssen la obra de Quintanilla, más me parece una burda exageración.
(1) Minimalismo: Sinónimo de menchevique durante la revolución rusa, tendencia que aspiraba solo a un mínimo de reformas. La pintura minimalista es la aplicación del minimalismo al campo pictórico; se originó en Nueva York en la década de los años 60.
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