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A diferencia de la ecotasa de 2002 que se aplicó en una situación de mercado desfavorable, por lo que era previsible su impacto negativo sobre el turismo, el Impuesto del Turismo Sostenible de 2016, cobrado en un año de gran éxito turístico, era también previsible que tendría un impacto menos negativo (al menos a corto plazo). Sin embargo, hasta hace un par de semanas no existía una evidencia investigativa de lo que ha ocurrido, que ahora tenemos desde dos fuentes distintas pero rigurosas: Fundació Gadeso con su Quadern 306 (utilizando encuestas) y la UIB con los profesores Andreu Sansó y Jaume Rosselló en las "Jornades de debat dins el marc de la recerca i innovació per a la sostenibilitat" (utilizando la econometría).

Los resultados de Gadeso indican que solo el 55% de los turistas tenían noticia del impuesto antes del viaje y el 45% se enteró al llegar o en el momento de pagarlo. Y hay otra pregunta clave: ¿de haber conocido este impuesto antes de la vacación hubiera influido sobre su decisión de viajar a Balears? El 56% contesta que no, el 27% que tal vez no, el 15% que tal vez sí y 2% que sí. Hubiera sido útil saber el estado de opinión del turista sobre este impuesto antes de viajar a Balears (en su país origen), pues su aceptación depende mucho de la explicación sobre el destino útil de los fondos a recaudar (todavía hoy sin concreción).

Todas las encuestas permiten varias interpretaciones estadísticas, pero creo que este impuesto ha tenido un débil impacto negativo con un 6% de encuestados que lo valoran negativamente, mientras que un 74% lo ve "positivo" y un 20% se muestra "indiferente". Este alto 74% parece indicar que los encuestados lo consideran "normal", dado que el 84% del total ya conocía su existencia en similares destinos turísticos. En cuanto a los motivos de la valoración negativa del 6%, faltaría una lista pero tenemos ya dos: el 18% conoció el impuesto en el momento de pagarlo (o sea sorpresa desagradable), y el 52% tuvo "dificultades o molestias" para pagarlo.
Ello nos lleva a una reflexión sobre estos resultados de la encuesta: una cosa es estar en contra del impuesto per se y otra estar en contra de su gestión (falta de conocimiento del buen uso de los fondos, operativa del pago, etc.). Por ejemplo, la mayoría (56%) cree que los fondos deberían destinarse prioritariamente a "medio ambiente y territorio", pero habría que saber cuáles serían los dos porcentajes respectivos. Creo que hubiera sido más convincente haber citado solo la finalidad del "medio ambiente" y todavía más concretamente la "escasez de recursos hídricos por la sequía/cambio climático", además común en todos los países europeos.

Por otro lado, los resultados del estudio de la UIB indican que en este año el Impuesto Turístico podría haber reducido las estancias entre -0,4% y -0,8% (según dos escenarios de elasticidad precio/demanda) como resultado del alza de su precio entre 0,6% en invierno y 1,2% en verano. Sin embargo, sus investigadores alertan de que el precio de la estancia no es el único factor para cuantificar una variación negativa de la demanda, pues existen otros factores internos y externos como la imagen mediática del impuesto y la percepción de saturación, creadas en los mercados de origen.