Paco González y Pilar Pons, seleccionando las piezas. | Javier Coll

TW
1

Seguramente el puerto de Maó es único en muchos aspectos: por su tamaño, por su situación estratégica en el Mediterráneo o por su prolífica historia; pero, por suerte, también lo es en el aspecto biológico. Sus corrientes submarinas de agua dulce sumadas al nivel de plancton existente permiten la existencia de empresas que se dedican hoy día a la acuicultura y, en concreto, al cultivo de moluscos en Menorca. Una actividad única en Balears de la que Muscleres González es un buen ejemplo de un negocio familiar iniciado hace casi cincuenta años, que ha pasado de padres a hijos y que mantiene viva la tradición del marisqueo. La historia de hoy va de mejillones, pero también de berberechos y de almejas.

ORÍGENES. Dicen que el oficio de acuicultor pervive la mayoría de las veces de orígenes familiares y marineros. Al frente de Muscleres González, en la ribera del puerto de Maó, está Paco González, que heredó el negocio de su padre Antonio González Company, submarinista y mariscador de toda la vida, que se hizo con la concesión a principios de los años setenta. Con él aprendió a manejarse en este laborioso arte que implica todo el ciclo de vida de este molusco, desde la cría hasta su etiquetaje final para la comercialización.

A sus 32 años y con la ayuda de su mujer Pili, mantienen la concesión de tres mejilloneras en la que trabajan a diario de lunes a sábado, especialmente en temporada alta, cuando la afluencia del turismo en la isla supone un mayor consumo. "El trabajo es el mismo que hacíamos con mi padre, pero en estos diez años que hace que estoy como responsable, me he dedicado a mecanizar todo el proceso", explica Paco González.

Uno de los grandes avances para la mejor conservación del producto y con el fin de garantizar la seguridad alimentaria ha sido la instalación de una depuradora in situ, para poder mantenerlo en perfectas condiciones de un día para otro. "La modernización nos ha permitido reducir no solo el esfuerzo físico, sino que también hemos reducido el tiempo que media entre que el mejillón sale del agua y regresa al agua de nuevo", explica Paco. Utilizan el sistema tubular (consiste en una red de plástico en forma de tubo) para la cría, que en función de las corrientes de agua dulce que cruzan el puerto y reciben, va creciendo de tamaño de una temporada para otra.

De sus mejilloneras salen a diario entre 500 y 800 kilogramos en temporada alta y actualmente da trabajo a seis personas. "Con la máquina realizamos más fácilmente los procesos de limpieza y selección de las piezas, antes de pasar a la depuración y expedición. El proceso de depuración consiste en dejar a los mejillones en agua de mar totalmente desinfectada y controlada", añade el responsable de Muscleres González. "Al día siguiente, se revisan y ya pasamos a su etiquetaje para poder comercializarse", concluye Paco.

PRODUCTO FRESCO. Orgullosos de su producto, Muscleres González está haciendo una labor de difusión y promoción de sus mejillones, un producto más propio de tierras gallegas que de menorquinas. "El mejillón del puerto de Maó tiene mucho sabor y resulta inconfundible. Nosotros lo servimos siempre fresco a la Lonja de Maó, a las pescaderías y restaurantes de Menorca, pero también llegamos hasta Mallorca", explica orgulloso González. En abril participaron en la primera edición de la Feria Arrels, dedicada al producto local.