TW
0

En la actualidad, se está percibiendo una tendencia cada vez mayor a mejorar nuestra Serra de Tramuntana, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en la categoría de Paisaje Cultural. Para ello, es indispensable potenciar su actividad económica y tengo la suficiente experiencia para respaldar esta idea.

Como ejemplo práctico y propietario de una finca sita en la Serra, tuve claro que era el lugar idóneo para producir un vino con uvas de calidad, un vino de altura en la Serra. La economía del entorno de la Serra de Tramuntana se ha cimentado a través de los siglos en la agricultura, la ganadería y la explotación del bosque.

Sus actividades se basaban principalmente en la cría de cerdos, debido a la riqueza de nuestros valles ricos en encinares y de ello se alimentaba a cientos de este ganado, el ganado lanar, se sustentaba de bellotas y aceitunas y con los pastos sembrados entre olivos, además del aprovechamiento de los recursos forestales de encinas y pinos, de los que se aprovechaba leña, carbón y cal. Y de los olivos, la elaboración de aceite, que en la montaña era excelente y con muy bajo nivel de acidez.

Con la apertura del turismo todas estas labores quedaron obsoletas, dejando la económica del lugar paralizada totalmente. Pero, afortunadamente, hoy en día perduran determinadas actividades agrícolas, principalmente basadas en la productividad de vino y aceite.

Se han adecentado las pocilgas y apriscos para construir bodegas de vinificación y se han sembrado los fondos de los valles de cepas, las cuales están creciendo de una manera espectacular. Como resultado, se está produciendo un vino de montaña con un futuro prometedor que cada vez interesa más al público.

Uno de los sectores productivos con más empresas pertenece a la producción de vino en la Tramuntana, que está aumentado a buen ritmo y según mi criterio ahora es el momento en que las instituciones se hagan eco de esta producción basada en la agricultura heroica.

Para tal fin, lo propio sería que se iniciase la implantación de una D.O.P (Denominación de Origen Protegida), basándose en los parámetros propios del lugar, siendo obligado justificar particularidades tan importantes como el microclima, las características diferenciadoras de la zona como son la altitud, vientos y precipitaciones.

Otro rasgo que sobresale es el “Terroir”, que evidencia los vinos, con este terreno formado principalmente por piedras calizas, sedimentos propios de restos forestales. Estas singularidades armonizadas, producen un vino diferente y sobre todo con variedades autóctonas, sin descartar experiencias con otras variedades, siempre con la idea de buscar y encontrar el “gusto a montaña”.

En esta línea, instigaría por apostar por la denominación de origen protegida, tanto por parte de las instituciones con el apoyo de los propietarios, instaurando así a la creación de una imagen corporativa para un mejor fomento e impulso de nuestra querida Serra de Tramuntana.