Uno de sus diseños más aclamados son las pequeñas bandejas curvadas con las que pretende reducir el uso de los platos de plástico. FOTO BOTA

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Arquitecto de formación pero apasionado de la cerámica, Roberto Paparkone da su apellido una marca de objetos que combinan utilidad y diseño. Entre los productos que fabrica destacan diferentes tipos de platos y recipientes, aunque elabora también jarrones y cuencos con formas y diseños con sello propio.

Asentado en la isla desde 2015, Barcelona fue la cuna de su inspiración: “El proyecto empezó hace siete años gracias a una amiga ceramista que me contagió la pasión por este material”. Cuando llegó a Mallorca, tomó clases en la Escuela Municipal de Cerámica de Marratxí, donde perfeccionó su técnica.

De esta forma, Paparkone logró crear piezas que se caracterizan por “el toque de diseño que hay en ellas”. Así ha podido crear originales utensilios, como unas pequeñas bandejas con forma de patata frita en sustitución de los clásicos recipientes pequeños de plástico o papel. Precisamente este tipo de diseño, en el que predominan los tonos pastel, tienen como base la simplicidad: “Quiero que el producto hable más por cómo está hecho que por la decoración, aunque a veces inserto algún que otro dibujo”.

Más allá de la estética, la intención de la marca es su funcionalidad: “Tengo colaboraciones con restaurantes como el de María Solivellas, en el que ha integrado algunos de mis productos en su vajilla”, explica el artista. Esta demanda por parte de la hostelería es importante para la empresa porque “aumenta mucho la producción que puedo vender y la idea de la marca llega a más personas”.

Paparkone fue elegida junto a diez marcas más para representar a la isla en la London Design Fair, que tuvo lugar entre el 20 y 23 de septiembre. Los efectos de esta feria fueron positivos: “He notado un aumento de seguidores y he recibido correos pidiéndome más información sobre mis proyectos. Incluso una tienda de Francia compró una colección para vender allí”.

TRASFONDO. Gracias a Instagram, gran parte su clientela procede en del extranjero: “Ha sido un trampolín para ofrecer de una forma estética mis productos y que contacten conmigo y establecer un tipo de venta online”.

Su mayor target proviene de países como Dinamarca o Suecia, quienes apuestan por su practicidad: “No quiero competir con grandes cadenas, ya que trato de que cada colección tenga una historia en sí”. Ejemplo de ello son algunas conchas sobre las que ha montado moldes de cerámica: “Todas ellas las encontré en la isla y también es una manera de representar parte de la esencia de aquí”.

La fragilidad de la cerámica, uno de sus puntos débiles, no le afecta pese a que envía la mayor parte de sus productos por correo al extranjero: “De momento, no se ha roto nada por el camino”. Sin embargo, “es cierto que es mucho más delicado y supone más costes para el cliente, ya que debe contratar un seguro y más empaquetado. Pero si les gusta un producto, se lo llevarán de todas formas”.

El creador pretende expandir su marca. En primer lugar, quiere abandonar su taller en Alaró y abrir algo más grande con lo que “dar trabajo a otras personas que se han formado y demostrar que en la isla hay trabajo más allá del turismo y la sanidad”, subraya el artista. Con ello, Paparkone pretende ganar más presencia en el mundo de la cerámica, un mercado que, en su opinión, está cogiendo más fuerza: “No es una moda. Cada vez somos más conscientes de que tenemos que cambiar nuestras pautas de consumo y preferimos artículos de mayor calidad y que no hagan daño a nuestro entorno”.