El antiguo hotel Acor se convertirá en Casa Cook, el primer cinco estrellas de Sant Antoni. | DANIEL ESPINOSA

TW

La localidad de Sant Antoni de Portmany se encuentra inmersa en un proceso de reformas hoteleras desde hace unos siete u ocho años.

Una transformación que continúa este invierno con trabajos como la reforma del hotel Marfil, los apartamentos Sa Clau, el hotel Tropical, la reforma del hotel Tanit en Cala Gració o bien los trabajos para reabrir el primer hotel que tuvo Sant Antoni en 1933, el hotel Portmany, entre otros proyectos. Además, la localidad portmanyina tendrá su primer hotel de cinco estrellas en Cala Gració con la apertura de Casa Cook (antiguo hotel Acor), prevista para este verano.

Para la temporada que viene, está prevista la reforma del Piscis Park de Playasol, uno de los hoteles más marcados por el turismo barato y de baja calidad. “Sant Antoni vivirá una transformación importante en el perfil de turista que vendrá y es la consecuencia de todo el trabajo que estamos haciendo en los últimos siete u ocho años para intentar cambiar de imagen y reposicionar el destino. Hemos empezado los hoteleros, pero debemos aplaudir el esfuerzo que están haciendo también los restauradores, los comercios y el ocio nocturno”, explica Juanjo Planells, vicepresidente de la Asociación Hotelera de Sant Antoni, quien explica que la localidad “es un gran resort que en un kilómetro y medio tiene de todo y, al final, si se aúnan esfuerzos y sinergias, el resultado es muy positivo. Debemos ser optimistas y pienso que Sant Antoni tiene por delante un futuro esplendoroso”.

LAS CIFRAS. La importancia de las reformas que se están acometiendo es tal que Planells calcula que en los últimos tres años se ha hecho un esfuerzo inversor que asciende a 150 millones de euros. Solo en proyectos que se están acometiendo esta temporada de invierno se alcanzan los 40 millones. “Son datos muy importantes, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría somos pequeñas y medianas empresas familiares y que son inversiones con las que la gente se está hipotecando hasta las cejas, demostrando que hacen una apuesta decidida por su municipio”, afirma.

La mayoría de proyectos implicará un aumento de categoría, pero Planells recuerda que en el sector turístico actualmente “tener una mayor categoría no significa tener más calidad. En Sant Antoni tenemos una gran oferta de hostales de dos estrellas que pueden competir perfectamente con un hotel de tres estrellas. La calidad no viene por las estrellas que tienes en la puerta”.

En esta misma línea se expresa Ana Gordillo, presidenta de la patronal hotelera de Eivissa y Formentera y de la Asociación Hotelera de Sant Antoni. “La oleada de reformas empezó hace siete u ocho años, pero es cierto que a partir de 2016 parece que ha habido más reconversión, sobre todo al cuatro estrellas. En Sant Antoni y su bahía tenemos una gran variedad de oferta de alojamiento”, precisa Gordillo.

La presidenta de los hoteleros tiene claro que Sant Antoni tiene “mucho potencial” y hay que “saber darle el giro que necesita”. “Fue una de las primeras localidades donde se inició el turismo en Eivissa y es normal que después de tanto tiempo haya que darle un cambio. Tenemos que reinventarnos y cambiar”, precisa.

La oleada reformista iniciada por los empresarios hoteleros está acompañada por el esfuerzo inversor que está haciendo la oferta complementaria. “Hemos sido los que hemos tirado del carro en un primer momento porque tenemos claro que Sant Antoni tiene un grandísimo potencial y recursos para aspirar a algo más que lo que venía teniendo hasta ahora. Hemos empezado nosotros, pero otros sectores se están sumando e invirtiendo. Si todos seguimos en esta línea, en dos o tres años viviremos una transformación importante”.

Los representantes de los hoteleros portmanyins explican, además, que no “renuncian” a ningún perfil de turista, pero “sí que renunciamos a un turismo que sea excluyente, es decir, estamos abiertos a todos los mercados, nacionalidades, tipología de cliente... tiene cabida todo el mundo, siempre y cuando se respeten unas normas básicas de convivencia, comportamiento y educación, y esto lo hemos tenido siempre muy claro los hoteleros”.

WEST END. En este proceso de cambio también se incluye el West End, la zona de marcha por excelencia británica conocida mundialmente por sus excesos y que este pasado verano el Ajuntament de Sant Antoni incluyó en zona especial de protección acústica, por lo que bares, cafés-concierto y salas de fiesta cerraron a las 03.00 horas.

“Siempre hemos tenido muy claro que no queremos eliminar el West End. Lo queremos reconducir; queremos que haya un plan integral. El West End no se arregla con una reducción de horarios de cierre, que también, pero hay que ir más allá con un plan integral que dedique recursos públicos a la zona, arregle alcantarillas, mobiliario urbano, cambie la iluminación, y que haya otra tipología de negocios como restaurates, coctelerías, bares de tapas...”.

Según recordó Planells, se trataría de recuperar el West End que había en los años 80 con la tipología de negocios antes mencionados. En este sentido, los hoteleros piden al Ajuntament que “ayude” a los empresarios del West End que “están haciendo las cosas bien”. “Hay que buscar alguna manera de incentivar la inversión en el West End; se trata de tender puentes, no poner barreras. No hay que demonizar esta zona porque no es un polígono que esté a las afueras sino en pleno corazón de la localidad y es una zona de ocio que Sant Antoni necesita, por eso no la queremos eliminar sino reconducir”, apostilla Planells, quien señala que habría que buscar fórmulas público-privadas para transformar esta zona.

COLABORACIÓN. Para continuar con esta oleada de reformas en hoteles y oferta complementaria, la patronal hotelera tiene claro que debe colaborar la administración pública.

“Cuanto más se agilicen las licencias y cuantas más facilidades se den, mejor. Nosotros queríamos que se volviera a recuperar la diposición adicional cuarta de la ley turística 8/2012 que daba facilidades para quienes querían reformar e invertir, y esto es un incentivo. Si el sector privado se está viendo que tiene ganas de invertir y reformar, el sector público tiene que ir de su mano y acompañarle. La colaboración público-privada es fundamental para que el pueblo siga adelante, porque al final el futuro lo decidimos nosotros, la gente del pueblo”, explica Gordillo. Y es que, al final, como concluye Planells, “Sant Antoni será lo que quieran sus vecinos”.