Antoni Riera, director técnico de la Fundación Impulsa Balears. | ARCHIVO

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Antoni Riera es el director técnico de la Fundación Impulsa Balears, que ha elaborado el Ranking de Competitividad Turística.

¿Qué es el índice de competitividad turística?
Un espejo en el que medir el atractivo turístico de las Islas frente a su entorno competitivo más directo.

¿Cómo se ha construido?
De acuerdo a las referencias internacionales vigentes como el World Economic Forum. Por ello se han agregado progresiva y ascendentemente 12 pilares y 89 indicadores que apelan a múltiples cuestiones.

¿Qué se esconde detrás de esta combinación de pilares?
La combinación de pilares que sustenta la actual posición competitiva de Balears refleja, en el fondo, la estrategia de competitividad turística balear. Una estrategia que sigue fundamentada, principalmente, en competir mayormente por la vía de la capacidad (plazas) y la ubicación (localización), tal y como atestiguan las excelentes marcas obtenidas en infraestructuras e instalaciones y recursos de base. Sin embargo, continúa dejando en segundo plano aspectos del entorno regional y de la política y los principales condicionantes turísticos que son necesarios para operar y, sobre todo, para competir desde propuestas turísticas más avanzadas.

¿Es preciso abandonar la ecuación ‘ubicación+precio+plazas’?
Sí, no solo desde un punto de vista estratégico, sino también conceptual. Especialmente cuando insistir en forzar la palanca de los precios tiene en las Islas un recorrido muy limitado, tanto por su escaso margen de maniobra como por el reducido rédito marginal que, tan solo en términos de volumen, es capaz de aportar al actual balance turístico. Y es que la palanca precio, si bien aún goza de cierto recorrido como vía de desarrollo en ciertas regiones –como las de la ribera-sur del Mediterráneo–, está totalmente agotada en el Archipiélago.

¿Qué es ser turísticamente competitivos en Balears?
Ser capaces de ejercer un nuevo liderazgo.

¿Cómo se construye?
Apostando por una reformulación de amplio alcance y, sobre todo, de carácter altamente transversal. Hay que dar por viejas las ecuaciones restringidas y empezar a reconocer que la estrategia de competitividad turística de Balears va más allá de una estrategia de mercado; que reposicionar Balears es algo más que reposicionar un producto y, sobre todo, que la mejora sostenible de la rentabilidad privada y social del turismo supera cualquier objetivo de ampliar, simple y llanamente, cuota de mercado.

¿Cuál es la principal debilidad competitiva de Balears?
El atractivo turístico de las Islas presenta un amplio margen de mejora desde los pilares relacionados con la política y los condicionantes que inciden más directamente en el desarrollo del sector turístico. Desde esta perspectiva, Balears se sitúa en un tramo de competitividad baja en materia de ordenación del espacio turístico. Y es que la regulación asociada al desarrollo sostenible del turismo y la capacidad para mantener el equilibrio sobre los recursos naturales y ambientales regionales siguen siendo cuestiones pendientes, en un contexto en el que se otorga a la actividad turística una elevada importancia económica y política y se trabaja a favor de una estrategia de marca y apertura internacional.

¿Cómo se puede reequilibrar la disparidad de puntuaciones obtenidas?
Alterando estratégicamente los verbos de las formulaciones actuales, independientemente de la posición, más o menos favorable, que ostentan de partida los diferentes pilares. Así pues, cabe tener en cuenta que el liderazgo en infraestructuras e instalaciones turísticas tan solo puede mantenerse e incrementar su contribución a los resultados agregados si se opta por mejorar, y no únicamente ampliar, la capacidad existente tanto en términos aeroportuarios como de alojamiento. Además, las ventajas que las Islas atesoran en recursos de base solo son capitalizables si se trabaja para poner en valor desde el punto de vista turístico los recursos naturales y culturales de forma efectiva.