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En nuestra cultura, el trabajo se ha considerado un castigo divino. De hecho oímos muchas quejas de que tenemos mucho trabajo, del estrés que nos genera, y soñamos con que llegue el viernes o con que nos toque la lotería para… ¿dejar de trabajar?

Muchas personas, sin embargo, afirman que les encanta su trabajo y siguen conectados a él cuando están de vacaciones. De hecho, el 71% de trabajadores en España está satisfecho con su puesto de trabajo (Informe Randstad Workmonitor, 2019).

El trabajo tiene aspectos positivos y negativos sobre nuestra vida que afectan a nuestra felicidad. Por un lado, el trabajo significa realizar un esfuerzo físico, mental o emocional, ajustarse a unos horarios y lidiar con compañeros, jefes o clientes problemáticos.

Por otro lado, el trabajo significa mucho más que un ingreso económico. Nos aporta la posibilidad de sentirnos útiles y productivos; tener rutinas que nos ayudan a ordenar la vida; conocer y tratar con personas más allá de nuestra familia y amistades; aprender nuevos conocimientos y habilidades; crecer personal y profesionalmente. Todos estos ingredientes contribuyen a mejorar nuestro bienestar y felicidad.

Las personas felices con su trabajo tienen más ganas de ir a trabajar y una vez en el trabajo son más productivas, creativas, y tratan mejor a sus clientes y compañeros. Además, son capaces de aprovechar mejor los recursos a su disposición y de generar nuevos recursos.

Eso no significa que no tengan días o momentos menos felices. Pero cuando estos ocurren, tienen mayor capacidad de recuperarse para volver a crear situaciones positivas en su entorno laboral.

¿Cómo podemos aumentar la felicidad? Existen al menos tres factores que ayudan a ser felices en el trabajo: aspectos personales; un buen líder; prácticas de recursos humanos.

Aspectos personales como el optimismo, la autoeficacia percibida y la resiliencia nos ayudan a ver nuestro trabajo como un reto personal o profesional.

Un buen líder, empático, que sepa escucharnos, motivarnos, y que valore y reconozca el trabajo realizado es una pieza clave para aumentar la felicidad. Las prácticas de recursos humanos como la conciliación laboral y personal, el diseño de puestos de trabajo motivadores, la selección de la persona ideal según capacidades e intereses, la formación y el desarrollo de carrera, o un trato justo y transparente, contribuyen a que nuestros empleados sean felices y productivos.

Por lo tanto, la respuesta a la pregunta de si se puede ser feliz en el trabajo es: “Sí, se puede ser feliz en el trabajo”. La felicidad laboral nos hace ser más productivos y ser más productivos nos hace sentir más satisfechos y felices. Felicidad y productividad crean un círculo virtuoso. Vale la pena potenciarlo.