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“Al que más tiene más se le dará, y al que no tiene aun lo que tiene se le quitará”.
La expresión, que forma parte de la parábola de las semillas, fue claramente explicada por Jesucristo a sus discípulos. Pretendía explicar que solo florece y se multiplica la semilla sembrada en tierra adecuada, pero parece que está siendo interpretada al pie de la letra por algunos colectivos como los de jubilados o en expectativa de jubilación que exigen que los menos tienen, los trabajadores en activo, les subvencionen cada año más.

¿Cómo explicar sino la violenta reacción preventiva de muchos afiliados sindicales en distintas ciudades francesas frente a una reforma que aún no es pública? Lo lógico sería pensar que los sindicatos están para defender el interés general de los trabajadores frente a los intereses particulares de algunos beneficiados por el sistema, pero parece que no es así. La pretensión del primer ministro Philippe y del Gobierno consiste en simplificar y unificar los cuarenta y un regímenes especiales que existen en Francia.

Cuando un régimen se llama especial está claro que los que están integrados en él resultan beneficiados sobre los que no están, es decir los que tienen menos transfieren rentas a los que tienen más. Como consecuencia algunos, como los empleados del sistema de transporte público de París, se pueden jubilar poco después de los cincuenta. Los beneficiados, y son muchos, temen que salga lo que salga de la reforma su capacidad de extraer rentas de los que menos tienen será inferior.

No olvidemos que en Francia la edad real de jubilación está ligeramente por encima de los sesenta años tras treinta y cinco de cotización y que el gasto en pensiones es de un 14% del PIB, el mayor de Europa, aunque España no le va muy a la zaga. Prácticamente la totalidad del sistema es público, por lo que ha habido necesidad de incrementar las aportaciones para financiar el déficit tanto por parte de los trabajadores en activo como de los propios jubilados.

En España vamos por el mismo camino. La pensión media es del orden de los veinte mil euros anuales, mientras que la mediana de sueldos es de diez y ocho mil. El sueldo medio es de veintitres mil quinientos, pero aquí se incluyen los desmesurados ingresos de altos ejecutivos. Pues como al que más tiene hay que darle más, y a pesar de que gran parte de la pensión es renta disponible, hay que financiar el Imserso y ofrecerles transporte gratuito quitándoselo a los que no tienen.