En Menorca hay 17.000 cabezas de ganado que producen 56 millones de litros de leche. | Gemma Andreu

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El sector primario de Menorca mira a Bruselas con esperanza tras haberse dado a conocer uno de los proyectos Next Generation EU que han sido presentados desde la isla para optar a los fondos europeos de financiación. La idea nuclear pasa por transformar el suero lácteo que se genera tras la elaboración de queso en materia prima necesaria destinada a los productos senior y de alimentación infantil.

Se trata de un proyecto de economía circular liderado por la empresa Cathedral Capital, que ya tiene experiencia previa en iniciativas similares llevadas a cabo en otras regiones de España. Además, cuenta con la implicación directa de Quesería Menorquina (antigua El Caserío), así como también de las cooperativas agrarias, los productores artesanos, afinadores de quesos y los principales elaboradores industriales de queso como Coinga, La Payesa o Dalrit, entre otros, que constituirían una nueva compañía denominada Menorlac.

El proyecto incluye un alto componente de digitalización para asegurar la trazabilidad y monitorización de todos los procesos, desde la recogida del suero junto a la optimización del modelo de negocio. Pero para hacerlo viable va a necesitar una inversión de 23 millones de euros y por ello aspira conseguir la mitad de la financiación a través de esta convocatoria europea.

ANTECEDENTES. Con casi 17.000 cabezas de ganado vacuno en 2018 según datos de la Dirección General de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural del Govern Balear, Menorca es la isla ganadera por excelencia del archipiélago, cuya enorme producción láctea equivale al 1% de toda la leche que se recoge en España cuando tan solo representa el 0,14% del territorio nacional. En cifras absolutas, la cabaña de vacuno de Menorca produce aproximadamente 56 millones de litros de leche de los cuales una parte se transforma en forma de queso, ya sea para la Denominación de Origen Protegida Mahón-Menorca, cuajada u otros tipos.

Esta transformación genera 36,9 millones de litros de lactosuero que como máximo sirven para consumo animal y, por lo tanto, tiene una valorización casi nula. Además, la leche se ha convertido en una commodity que ya no genera valor por sí sola y que no permite una contraprestación económica que garantice un precio competitivo para los ganaderos ni para la propia viabilidad de las fincas, agravado también por el sobrecoste ambiental de la contaminación de los acuíferos por el exceso de purines que genera el ganado. Una situación que está poniendo en jaque la supervivencia de todo el sector primario menorquín.

SUERO LÁCTEO. El proyecto Menorlac plantea dar solución a uno de los retos de la industria láctea menorquina, que radica en el pobre aprovechamiento de los subproductos de la leche, como sucede con el suero lácteo. En este sentido, el lactosuero desmineralizado al 90% es el ingrediente principal de las leches infantiles, debido a su elevado contenido en proteínas de suero, al igual que la leche materna.

“La desmineralización permitirá adaptar el contenido de minerales a las necesidades de los lactantes o de las personas de avanzada edad”, explica Joan Armengol, socio de Cathedral Capital.

PROCESO. El proceso industrial para conseguir transformar el suero lácteo en suero desmineralizado se llevará a cabo mediante la creación de una planta de procesamiento que contará con una torre de secado de última generación, que combinará diversas tecnologías como por ejemplo la nanofiltración, la electrodiálisis o el intercambio iónico, entre otras.

Para asegurar la rentabilidad de la producción, Menorlac necesitará entrar 40 millones de litros de suero lácteo en la torre de secado pero como en estos momentos no se produce esta cantidad de suero lácteo en la isla, para conseguir estos volúmenes se primará con 6 euros cada 100 kilos la transformación de leche en queso, ya sea Denominación de Origen Protegida Mahón-Menorca, industrial u otros, para garanitzar una renta agraria mínima de 34 euros por 100 litros de leche.

De este modo será transformada en quesos industriales o de valor añadido para los sectores horeca o retail de Balears. Para la transformación de todo lo que no sea DOP, el proyecto incluye una línea automatizada para la producción de cuajada a partir de la leche pasteurizada, con lo que los ganaderos no tendrán que aportar el coste de transformación de la leche en queso.

El segundo pilar del proyecto se basa en la economía circular e incluye la construcción de una planta de biogás a partir de los purines, lo que permitirá por una parte producir la energía térmica para la planta de Menorlac y, por otra, abonos orgánicos y agua de regadío, explica Armengol.

DIGITALIZACIÓN. La digitalización es un pilar fundamental en el proyecto, lo que asegura la trazabilidad y monitorización total tanto de la planta de producción de suero como de la planta de biogás. Para ello utilizará plataformas de blockhain integradas en un gemelo digital que servirá para asegurar la optimización de todas las áreas de negocio. “Esto no solo es un valor intrínseco para Menorlac sino que aumenta la cadena de valor a los clientes al tener acceso a todos los datos del proceso”, explica Joan Armengol.

APOYO. El proyecto ya ha sido presentado ante el secretario general de Industria y tanto desde el Consell Insular de Menorca como del Govern Balear existe un compromiso de apoyo para que salga adelante. Desde Menorlac apuntan que si obtienen la financiación necesaria, podrán contribuir a mejorar la renta agraria de las explotaciones ganaderas gracias a la valoración del suero y de los purines porque significará cerrar el ciclo del sector lácteo menorquín.

Además, como consecuencia de la digitalización que incorpora, les permitirá maximizar la rentabilidad y trazabilidad al cliente. “El proyecto es sostenible ambientalmente porque se basa en la economía circular, elimina la contaminación vacuna de los acuíferos, reduce la emisión de gases de efecto invernadero, ayuda al mantenimiento del mosaico ambiental que es un punto fuerte para el turismo, genera energía verde, abonos orgánicos y reduce el consumo de agua y la huella de carbono”, concluye Armengol.