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La pandemia ha acelerado sin duda la digitalización de nuestra vida laboral y personal. De forma imprevista y no planificada hemos aprendido a manejar tecnologías hasta hace poco desconocidas para muchos y un nuevo vocabulario (Zoom, Teams, Skypes, webinars, salas de espera, host). En marzo de 2021, la Comisión Europea presentó su visión de la transformación digital hasta 2030, plasmada en la Década Digital de la Unión Europea. Según dicha visión, “Europa aspira a capacitar a las empresas y las personas para un futuro digital sostenible, más próspero y centrado en el ser humano”. Se estableció una Brújula Digital con cuatro puntos clave para guiar la evolución digital: lograr infraestructuras digitales seguras y sostenibles, la transformación digital de las empresas, la digitalización de los servicios públicos y las capacidades digitales de las personas. En este último punto, el objetivo concreto es que para 2030 al menos el 80% de todos los adultos tenga competencias digitales básicas.

Será necesario formarnos en nuevas competencias digitales que, según el marco de competencias digitales para ciudadanos de la UE (DigComp 2.0), se engloban en cinco áreas: información y alfabetización de datos, comunicación y colaboración, creación de contenido digital, seguridad, y resolución de problemas. Se trata no solo de aprender nuevas competencias sino también de digitalizar competencias analógicas. El desarrollo de estas capacidades digitales plantea retos relevantes para la gestión de recursos humanos.
Además de la formación en competencias técnicas y tecnológicas, un reto es cómo digitalizar las competencias sociales y de trabajo en equipo. Muchas competencias no son iguales cara a cara que en reuniones mediadas por ordenador (p.ej. negociar, liderar, gestionar, coordinar, resolver conflictos, consensuar decisiones, innovar, formar, etc). Un segundo reto es la gestión y organización del trabajo cuando parte de nuestro equipo está teletrabajando; se impone la gestión por objetivos y por proyectos, una forma de supervisión basada en la confianza, una buena coordinación y una evaluación del rendimiento por objetivos. A nivel individual es esencial saber organizarse, gestionar el tiempo de trabajo y de no trabajo, concentrarse y manejar las distracciones. Un tercer reto, pero no menos importante, es digitalizar los procesos de recursos humanos, como el reclutamiento, la selección, el desarrollo, la evaluación del rendimiento y aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece la inteligencia artificial.

La digitalización de estas competencias y procesos es esencial para garantizar un futuro laboral productivo y satisfactorio. La digitalización ha venido para quedarse. Cuanto antes aprendamos y nos formemos, mejor.