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Este fin de semana dejaremos de utilizar las mascarillas por la calle y con este pequeño gesto, no solo volveremos a reconocernos si no que habremos recuperado un pedazo de nuestra normalidad. Con el 50% de la población adulta vacunada en Menorca podemos ser optimistas.

A nivel económico, la conmoción de la pandemia ha sido un verdadero experimento natural porque ahora sabemos qué pasa cuando eliminamos el turismo de repente, tal y como reflexionaba hace unos días el prestigioso economista Andreu Mas-Colell en un artículo publicado en La Vanguardia.

“El efecto es un desastre económico sin precedentes no solo a escala local sino prácticamente mundial que paraliza toda la actividad y, por ello, a corto plazo lo que tenemos que desear y procurar es que los turistas vuelvan para recuperar la situación de antes de la pandemia. La gran masa de trabajadores del turismo no es reconvertible de inmediato y a la multitud de negocios que han sufrido con la pandemia no les podemos ofrecer la perspectiva de seguir sufriendo porque pensamos que esta es la ocasión perfecta para cambiar el modelo productivo”, afirmaba Mas-Colell.

Sin olvidar los 61.000 millones de euros de gasto público de la factura de la pandemia que calculaba el Banco de España y que deberán pagarse en algún momento. El primer aprendizaje del que tomar nota es que el turismo es un sector económico que tiene que seguir teniendo un papel importante pero quizás no debería de convertirse en primordial.
Una línea de mejora podría seguir de la constatación de que los turistas son visitantes pero que hay muchas variedades de visitantes y que no son turistas pero que nos convienen, como por ejemplo los nómadas digitales o los teletrabajadores. Sabemos perfectamente que el turismo genera beneficios y costes pero “a menudo, el debate público se despliega como si quisiéramos mantener todos los beneficios sin costes”, tal y como reflexionaba Mas Colell. Si admitimos que los turistas nos dan conexiones con el mundo, empleo para mucha gente que lo necesita o viabilidad para muchos pequeños negocios, también debemos entender que los veremos por la calle y aceptar que querrán ir a los rincones más atractivos para ellos. La recomendación del economista es saber microgestionar para conseguir el mejor encaje posible, una tarea nada fácil pero necesaria que ayude a seguir manteniendo el encanto de nuestros destinos en la nueva era pospandemia.