Ballester cree que las personas deben “vivir, no sobrevivir”.

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Rafel Ballester es el presidente del Consell Econòmic i Social. Considera que la Memòria refleja el descalabro económico provocado por la pandemia y la necesidad de diversificar.

Usted llega al CES en marzo de este año. ¿La memoria ya estaba en marcha?
Uno de los encargos que tiene el CES es redactar la memoria, que tiene más de 60 colaboradores. Es una rueda que ya se ha empezado cuando yo llego. La memoria recoge los datos de 2020, aunque hay algunas estadísticas que son del año anterior, como los datos de riesgo de pobreza o de medio ambiente.

¿Tiene una impronta suya?
Hemos hecho algunos cambios. Anna Grau, la directora de la memoria, se ha incorporado este año y ha tenido ideas innovadoras. Uno de los cambios es que en lugar de pdf hemos colgado los excels en la web, para que estén a disposición de los investigadores.

El resumen ejecutivo también es nuevo.
Sí. La Memòria es muy densa, muy extensa, y hemos hecho el resumen ejecutivo para que el acceso a los datos sea más fácil.

También quieren evaluar la calidad de gobierno de las instituciones.
Tenemos la intención de hacer unas encuestas que den como resultado un recuadro de la buena gobernanza de las instituciones. Hemos entrado de puntillas, evaluando qué se consideran buenas prácticas en cuanto a transparencia ciudadana y qué prácticas aplican las instituciones.

¿Tenemos buenas instituciones?
De momento, los datos que tenemos es que a nivel general la gobernanza es mejorable. Sí que hemos avanzado, porque cada vez hay más participación y transparencia, pero todavía queda trabajo.

¿El resumen de 2020 es que estamos mal?
Una caída del PIB del 23%, el turimo cae un 81%, el gasto turístico un 83%, la facturación turística un 70%... esto nos da la magnitud del desecho y nos enciende una alarma. Es un debate que hace mucho tiempo que venimos hablando. Un monocultivo económico va bien cuando las cosas van bien, y cuando no va bien nos va muy mal. La prueba es el año 2020. Parecía que las bases de la economía balear eran indiscutibles. ‘Qué pasaría si dejaran de venir turistas? Es imposible que dejen de venir turistas’. De hecho, el motor económico durante los próximos años seguirá siendo el turismo. Pero 2020 ha sido como un laboratorio económico y hemos visto qué pasa si dejan de venir turistas. Es una desfeta a nivell econòmic i social

¿Hemos aprendido alguna cosa?
Se ha abierto un debate, que ya estaba pero que ahora es más fuerte, de la necesidad de diversificar. Lo decíamos con la boca pequeña, pero ahora nos lo hemos creído. Tenemos la financiación de los Next Generation, y tenemos que ver si somos capaces, con estas aportacions, de empezar a diversificar.  

Sin embargo, se ha vuelto a promocionar el turismo de sol y playa y se busca volver a las cifras?
Es el debate. ¿Diversificar o volver a lo de antes? Hay una urgencia social de que la gente vuelva a trabajar. Pero no me gustaría perder el objetivo de que el modelo de masificación no es eficiente como lo conocíamos, y de hecho la renta per cápita baja desde hace décadas, lo que señala que el reparto de riqueza se podría hacer de otra manera, y a lo mejor no hace falta una masificación del destino, sino una cualificación y más calidad.

¿Hemos vuelto al modelo anterior de retenciones, playas masificadas...?
Un cambio de modelo no se hace por decreto ni de un año para otro, hay que hacerlo por consenso. El Govern balear en 2017 nos encargó hacer un dictamen para marcar un horizonte de cara a 2030 sobre cómo tenía que ser la economía y la sociedad, y lo que hace es dibujar la necesidad de diversificación económica. Es un estudio de prospectiva, ahora falta juntarle un plan estratégico. Queremos ir allí, ahora tenemos que ver la velocidad y cómo hacerlo. Creo que lo que falta es un plan estratégico consensuado, como un pacto de estado.

¿Y vamos en esta dirección que marcó el H2030?
El dictamen se aprobó por unanimidad a finales de 2020 y ya estamos a finales de 2021. Se empiezan a dar pasos. La oportunidad de los fondos Next Generation a nivel medioambiental, con las energías renovables, van por el camino. Será un camino largo y seguramente en 2030 no habremos llegado. Pero hemos empezado. El debate de que todo tiene que ser más sostenible, y no solo ambiental, la gente tiene que vivir, no sobrevivir. Será largo.

¿El plan de inversiones es suficiente?
Creo que no es suficiente. Es necesario y apuntará hacia este cambio. Son más de cuatro mil millones de euros, si se hace, tiene que notarse. Hay que conseguir que sean proyectos tractores de un cambio. Pero es un proyecto de inversiones, creemos que falta una estrategia. Es el principio, pero no basta.

Una de las características de la Memòria es que tiene tres bloques: economía, trabajo y bienestar y sociedad.
Sí, y hemos añadido otra pata de medioambiente dentro del capítulo 1. Cuando hablamos de economía, creemos que habrá muchas decisiones relacionadas con el medio ambiente que acabarán teniendo incidencia económica sobre los resultados. Y por este motivo hemos empezado a hacer este apartado relacionado con la sostenibilidad y la economía circular.

La Memòria plantea que Palma cambiará con el Districte Innovador de Llevant. ¿Cómo cambiará?
Dentro de esta idea de diversificar creemos que los temas tecnológicos y de innovación tienen que coger más fuerza. En este proyecto están el Govern, el Ajuntament de Palma, el Consell, la UIB y empresas privadas y apuntan en esta dirección. La mejora tecnológica y digital es uno de los camionos para no tener tanta dependencia del sector servicios. Palma es muy grande, cada barrio es diferente y puede ser un polo.

¿Qué puede aportar la Memòria del CES a un ciudadano?
Es una fotografía de cómo estábamos en 2020 que ayuda a nivel administrativo y político a tomar mejores decisiones.