Obras en la red de saneamiento y abastecimiento de agua en la calle Santa Agnès, el centro neurálgico de la zona de ocio del West End. | Daniel Espinosa

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Sant Antoni de Portmany quiere que se deje de asociar a esta localidad del oeste de Eivissa con el turismo de borrachera y excesos. Para ello, tanto las instituciones públicas como el tejido empresarial y la sociedad civil están llevando a cabo una serie de inversiones millonarias e iniciativas medioambientales con el objetivo de mejorar y adecentar las infraestructuras públicas, aumentar la calidad de los establecimientos hoteleros y convertir la bahía de Portmany en un enclave para el turismo de ocio y recreo.

En este sentido, el Ajuntament de Sant Antoni ha conseguido tres millones de euros de los casi 48 millones que recibirán las Illes Balears procedentes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia elaborado por la Secretaría de Estado de Turismo con fondos europeos Next Generation.
Concretamente, este dinero irá destinado al desarrollo de los proyectos incluidos en el Plan de Sostenibilidad Turística en Destino elaborado por la Agencia de Estratégica Turística de las Illes Balears (AETIB), que persigue impulsar el proceso de transformación de los destinos turísticos para que sean capaces de incorporar en su oferta la sostenibilidad y la digitalización en la gestión de los recursos y productos turísticos, así como contribuir a la llegada de turistas durante todo el año al diversificar esta oferta.

INVERSIONES. «Con estos tres millones queremos transformar el casco urbano, impulsar la zona y cambiar nuestro modelo turístico», apunta el alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra. Unos proyectos que deberán llevarse a cabo entre los años 2022 y 2024 y que están divididos en distintos ejes. En cuanto al ámbito de la transición verde y sostenible, Sant Antoni dedicará poco más de un millón de euros para la mejora de las redes de abastecimiento de agua, saneamiento y pluviales en el centro de la población. Unas obras que empezarían después de la temporada turística y que también servirían para soterrar cableado eléctrico y de servicios de telecomunicaciones.

La eficiencia energética es otro de los objetivos de este plan. Para ello, el Ajuntament plantea la conversión de la calle Vara de Rey en un bulevar que conecte la principal zona de ocio del núcleo urbano, conocido como West End, con el paseo de Ponent, que es donde se concentran los establecimientos de restauración y de ocio dedicados a la puesta de sol. Un proyecto para el que se dedicarán unos 700.000 euros. «Nuestra idea es embellecer esta calle y convertirla en una especie de bulevar para que la gente que va a ver la puesta de sol no se vaya de Sant Antoni y acabe en el centro del pueblo», explica el alcalde ‘portmanyí’. El consistorio tiene planificada la reducción y el control del tráfico de vehículos mediante barreras de control automatizadas y la reordenación de la señalización tanto vertical como horizontal, además de la instalación de sensores para la medición de la calidad del aire y de carteles y pantallas multimedia para información turística.

Otra de las patas del plan es la mejora de la competitividad, para la cual Sant Antoni invertirá más de medio millón de euros en ayudas para la reconversión comercial y en la mejora del entorno urbano. «Queremos embellecer el casco urbano, sobre todo en las zonas donde hace más de 40 años que no se ha cambiado el pavimento, y animamos a los negocios a que se transformen», destaca Marcos Serra.

HOTELES. No obstante, la transformación de Sant Antoni no viene solo de la mano del sector público. Empresarios y hoteleros también están llevando a cabo una serie de inversiones para aumentar la calidad de sus establecimientos. Este es el caso de Vibra Hotels con la rehabilitación del antiguo hotel Piscis Park, en la que han invertido más de 13 millones de euros para pasar de dos a cuatro estrellas manteniendo las 366 habitaciones y que contará con gimnasio, un espacio wellness, otro dedicado a la belleza y restaurante inspirado en el ‘street food’. Unas mejoras que se harán notar en el precio de las habitaciones y, por lo tanto, en los clientes que decidan alojarse en ellas. Su reapertura está prevista para el 27 de mayo.

También se están llevando a cabo obras de mejora en el apartahotel Blau Parc, en es Caló des Moro. Seis millones de inversión en este establecimiento, que mantendrá las cuatro estrellas y tiene previsto abrir sus puertas en junio, para hacer más grandes las habitaciones, construir un spa, un restaurante nuevo y una piscina en la azotea con la intención de atraer a un turista de mayor poder adquisitivo que ayude a cambiar el modelo turístico de la zona.

Otra de las reaperturas más esperadas esta temporada es la del antiguo hotel Tanit, en Cala Gració, que Palladium Hotel Group ha convertido en el TRS Ibiza Hotel, su primer todo incluido premium en Europa. Este hotel, que contará con 378 suites, ha pasado de las tres a las cinco estrellas tras una millonaria inversión por parte del grupo hotelero ibicenco.
«Estamos de enhorabuena con nuestros hoteleros, tanto los grandes como los pequeños, porque están reinvirtiendo en sus negocios y dando un gran salto de calidad. Con la apertura el año pasado del OKU Ibiza y la de este verano del TRS, Sant Antoni cuenta con dos establecimientos dedicados al sector del lujo, que antes no teníamos», apunta el alcalde del este municipio ibicenco, Marcos Serra. El edil también presume de que el primer restaurante de Eivissa que consiguió una estrella Michelin, Es Tragón, esté en Sant Antoni.

MEDIO AMBIENTE. La vida y el turismo en Sant Antoni gira alrededor de su bahía y su puerto, el más cercano a la península Ibérica de los que hay en Balears. Y una plataforma ciudadana, convertida este mismo año en asociación, es la que se encarga de velar por su integridad medioambiental: Salvem sa Badia de Portmany. El pasado año, el Govern balear prohibió el atraque en este puerto de su competencia de embarcaciones de más de 65 metros de eslora. Una decisión que ha provocado que a ninguna naviera le salga a cuenta realizar el trayecto entre Sant Antoni y Denia, el destino más habitual desde el puerto portmanyí. «Es una buena medida, pero de rebote. Lo suyo sería que se prohibiera todo el tráfico comercial», apunta Pepín Valdés, presidente de Salvem sa Badia, entidad que ha trabajado para que el puerto de Sant Antoni se dedicara exclusivamente a la náutica recreativa, turística y pesquera.

Esta asociación, con el apoyo de los ayuntamientos de Sant Antoni y Sant Josep, consiguió el año pasado que se retiraran del fondo de la bahía centenares de puntos de amarre ilegales y 200 toneladas de residuos. «El problema de los ‘muertos’ aún continúa pero estamos muy contentos de la colaboración que ha habido entre las diferentes entidades que participaron en la iniciativa y los ayuntamientos», destaca Valdés. Otra de las reclamaciones que hace este colectivo es la reparación del emisario que desemboca en la bahía desde es Caló de s’Oli procedente de la depuradora de Sant Antoni. «Es una reparación pendiente desde hace diez años. La tubería tiene una longitud de 1,4 kilómetros pero está rota a 500 o 600 metros de la costa», apunta el presidente de Salvem sa Badia, quien también recuerda el papel de concienciación que su entidad lleva a cabo en colegios e institutos del municipio, así como entre los usuarios de embarcaciones de alquiler sin patrón, en el marco del proyecto #EstimSaBadia, para evitar que fondeen sobre posidonia y lograr el desarrollo de unas prácticas ambientales adecuadas.