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Cuando nos asomábamos, al fin, con optimismo a una etapa de «normalidad» pospandemia y la industria turística comenzaba a respirar con cierto alivio, la guerra de Ucrania ha puesto de nuevo al mundo entero en vilo. Pero mientras observamos, devastados, la crisis humanitaria que está desatando la invasión rusa y asistimos conmocionados a uno de los episodios más trágicos de nuestra historia reciente, esperamos que, desde la máxima prudencia, este conflicto tenga un impacto limitado en la movilidad turística y en las perspectivas de recuperación de nuestro sector.

Cabe recordar que, en 2021, las sucesivas olas y restricciones a la movilidad provocaron una recuperación con altibajos, parcial y marcada por la ausencia de viajeros internacionales. 2022 arrancó todavía bajo la fuerte sacudida de Ómicron, pero, tras doblegar su curva, hemos sido testigos de un cambio de tendencia, con un crecimiento de las reservas que nos empuja a pronosticar un año muy positivo. Así, a la espera de una pronta finalización de la guerra de Ucrania, y de que la insostenible inflación actual no asfixie la economía de los hogares, seguimos manteniendo la previsión de una positiva Semana Santa y verano. Las «ganas de viajar», después de muchos meses de demanda contenida, siguen aflorando con fuerza y, aunque es posible que la crisis bélica haya ralentizado el ritmo de crecimiento, lo cierto es que desde mediados de febrero y hasta la fecha actual las reservas de hotel se multiplican semana tras semana, acercándose a niveles de 2019, sobre todo en destinos vacacionales, como en el caso de Balears.

Si bien nos preocupan también las tensiones económicas provocadas por el encarecimiento de la energía y de las materias primas, a nuestro favor está la escasa dependencia del mercado emisor ruso y, sobre todo, la fortaleza de nuestra marca-destino, pues España se mantiene como destino favorito de británicos y alemanes, además de perfilarse como un destino seguro por su lejanía al conflicto.
Por otro lado, desde la perspectiva humanitaria, nuestro compromiso con las personas es hoy más importante que nunca y por ello ayudaremos con lo mejor que tenemos: nuestros hoteles y nuestra hospitalidad, tratando de ofrecer una respuesta solidaria a las necesidades que nos van planteando las administraciones públicas y entidades humanitarias para el acogimiento de personas refugiadas.

Además, cuando es posible, también queremos ofrecerles formación para que tengan oportunidades de inserción laboral en nuestros establecimientos.

En definitiva, estamos de nuevo ante un escenario de escasa visibilidad, aunque creemos que no impedirá la recuperación ya iniciada, si bien los efectos económicos podrían lastrar la ya difícil situación que atraviesan las empresas turísticas tras dos años nefastos para el sector.